viernes, enero 23, 2009

Dos kilómetros y medio, y podría volverlo a hacer.

Las últimas entradas han sido muy pesadas. No tengo nada contra eso. Así estaba mi humor y eso que está ahí era lo que tenía para escribir. Pero hoy ya tengo otra cosa de qué platicar, algo mucho más ligero, más del diario. Ahí va.

Todos los que me conocen saben que tengo un rechazo innato al deporte. Se ríen mucho cuando digo, sin temor a equivocarme, que el deporte constituye un riesgo para la salud y la integridad física. Sé que estoy en lo cierto y si no es así, entonces ¿por qué existe la "medicina del deporte"? ¿Qué más evidencia quieren? Además, recordemos que nací con la agilidad de una estrella de mar para cualquier actividad deportiva, lo que aumenta el riesgo de lesión lo suficiente como para evitarlo en lo posible. Es decir, si de correr se trata, por ejemplo, que sea sólo en casos de urgencia (solía decir que yo no corría ni en defensa propia, hasta que algún vivo me contestó que era bueno saberlo; además, era mentira...). Ese es mi precepto, lo observo lo mejor que puedo y por él me conocen todos los cientificos en ciernes que van a despejarse corriendo alrededor de los campos aledaños al Centro justo cuando empieza a caer el sol.

Resulta, sin embargo, que también tiendo a llevarme la contraria, ¿quién me entiende?, y de vez en cuando me enfundo en mi pijama (los tres pants que tengo los uso para dormir cuando hace frío), me pongo mis tenis (que la mayoría del tiempo no son más que calzado cómodo) y me pongo a hacer algo de ejercicio. Son esfuerzos pasajeros que jamás crean hábito porque la actividad deportiva me resulta particularmente aburrida. Y, bueno, pues acaba de suceder de nuevo.

Todo es culpa de mi cohabitante veracruzana, otrora atleta de Tecnológico, corredora de velocidad, que extraña sus tiempos aquellos en los que recorría 100, 200 y no sé cuántos metros más en poco tiempo. Ahora que volvió a correr después de tanto y que le cuesta trabajo aguantar varias vueltas al circuito (porque además, dice, nunca ha tenido tanta resistencia, lo suyo son las distancias cortas), buscó a alguien que le hiciera compañía, alguien que tampoco aguantara mucho, que no se le despegara a medio camino y la dejara sola, alguien que no fuera como esos que ya tienen meses corriendo y ya tienen un ritmo y una velocidad establecidas. En resumen, alguien como yo.

Ándale, vamos. No. Ándale, acompáñame. Me aburro. No te aburres, no vamos a durar mucho. Ay, a los diez metros voy a caer desmayada. No, no, no, ya, ándale, yo sé que sí aguantas una vuelta, no es correr, es trotar. ¿Cuánto es? ¿un kilómetro, medio kilómetro? Jejeje... dicen que son como dos y medio. ¡Dos y medio! ¿pretendes que corra dos y medio kilómetros?, no, no hay manera... y así por horas y días hasta que acepté. Ash.

Era jueves y eran las cinco y media, con un pants que me queda zancón y una playera prestada (no es que no tenga, estaban sucias). Ahí voy. Estirar, calentar. Trotar. Pueden creerlo o no, pero estoy muy orgullosa de decir que aguanté la vuelta completa sin caer en crisis respiratorias de ningún tipo (y eso que he fumado mucho estos días). Lo bueno es que el circuito está tan amplio que no sientes que das vueltas a lo estúpido (como cuando me levantaba a las 6:00am a darle la vuelta a la cuadra, acabando la jornada aburrida, y la semana con una gripe fatal por andar en la calle a esas horas); lo malo es que el terreno es muy irregular, por momentos creí que me iba a doblar un tobillo. Cuando acabé la vuelta tuve que dar brinquitos en mi lugar porque me temblaban las piernas. Estirar, estirar. A la media hora me dolían mis patitas todas. No me quería imaginar cómo me iban a doler al día siguiente cuando todos esos cristales de lactato se ensañaran con mis fibras musculares. Como soy muy sacatona para el dolor, me comí un platanito y me tomé un FLANAX. Hoy no me duelen las piernas tanto como temía, qué felicidad.

También descubrí que, como en el comercial, con música sí corro. Portishead, The Sneaker Pimps y hasta Björk (sí Sámano, ya estoy escuchando a Björk) hacen de correr algo casi agradable ("I see a raiiiinboooooow...", excelente). Así que tal vez lo vuelva hacer. La próxima semana lo intentaré de nuevo. Por supuesto no prometo que sea por mucho tiempo.

2 comentarios:

Mario Samano dijo...

órale, qué bien!!!

este semestre no he corrido. la que me zonzacaba a correr ya corrió su maratón y ahora está descansando. solo fui a la alberca el fin de semana pasado (después de ir a la montaña a caminar entre la nieve). durante todo el invierno estuve aplatanado en mi depa, blah, necesito regresar a mis tiempos en que corría largas distancias. se sentía tan bien!!!

Aura dijo...

Sí Sámano, regresa a tus viejos tiempos, ve a correr y yo corro aquí en el llano, y cuando vengas en verano nos vamos al cerro de las Angustias corriendo y a lo mejor ahora sí aguanto más de 100mts. JAJAJA JAJAJA JAJAJA

Nah, claro que no. Bueno, tú sí ve a correr... yo me daré de santos que logre hacerlo toda la semana que viene.

 
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