viernes, febrero 27, 2009

El arte de una foto.

-La fotografía no es un arte, no tiene chiste, esa imagen ya está ahí, sólo se toma la foto y ya; no es un arte.
-¿Cómo no va a serlo? Algunas son hermosas, verdaderamente hermosas y ¿no es arte?
-No, no lo es.
Harto coraje.


¿Qué más quisiera uno? Pero no todos podemos andar de aquí para allá conociendo todo y enfrentándonos a cosas que jamás hubiéramos imaginado. Pero hay gente que sí, que viaja, ve y registra lo que ve, le toma una foto. La foto se vuelve entonces la materialización del recuerdo y puede viajar y mostrar a los que no estuvimos ahí lo que está o quién está y cómo está. Algunos no sólo toman la foto, sino que la toman de la mejor manera posible, según su criterio. Perciben un poco más de lo que tienen enfrente y juegan con la cámara, sus accesorios y con el blanco de su lente para formar una imagen poco común de algo que puede o no ser cotidiano. Pretenden mostrar su percepción del objeto y trasmitir eso que ellos ven y que para otros no es tan evidente. Eso es la fotografía artística.

Una foto puede ser documental cuando cuando contiene ese paisaje urbano o natural al que no todos tendremos acceso, puede ser histórica cuando después de tantos años es el mejor dato que tendremos acerca de algo o alguien que ha cambiado demasiado o que no existe ya, y puede ser muy afortunada cuando logra congelar un evento de esos que duran un instante y cuya maravilla o vileza no podría apreciarse de otra manera, puede ser de protesta cuando muestra las cosas más absurdas, tristes y dolorosas que existen por obra y gracia del hombre. También puede ser poética cuando muestra las cosas más simples formando una imagen que impresiona y se queda para siempre en la memoria de quien la ve, entregando algo más que mero realismo. Éso es la fotografía artística.

Un pintor tiene la realidad o una idea, lienzos, pigmentos y pinceles, un fotógrafo tiene la realidad, película, la cámara con sus muchos accesorios y la luz. Cierto, el manejo de la cámara implica el desarrollo de habilidades técnicas que no necesariamente tienen que ir de la mano con la visión artística. Así, habrá fotos bien logradas técnicamente, que no tengan nada de excepcional artísticamente hablando (las de las postales, por ejemplo). Sin embargo, cuando el dominio de la técnica permite la libre expresión de una visión o de una emoción, el resultado puede caber perfectamente en lo artístico.

Por ejemplo, no es lo mismo ver esta foto, que esta otra; como no lo es ver ésta (que es muy buena), y ver ésta o ésta. Sobre las fotos de Nick Brandts, Jane Godall escribió algo así como "Es casi imposible observar su trabajo sin sentir las personalidades de los seres que ha fotografiado". El mismo Brandts dice: "Mis imágenes son desvergonzadamente idílicas y románticas, una especie de África encantada [...] Son mi elegía a un mundo que se desvanece a paso constante, trágicamente" Eso debe ser arte. Como lo son las fotos de Salgado (aquí y aquí), de Graciela Iturbide, y las más manipuladas escenas retratadas por Gregory Crewdson, por decir algunos. Si no es así, entonces alguien tiene que venir, darme unas clases de estética, explicarme con peras y manzanas por qué no y qué sí lo es.

Hay muchas cosas que decir, pero no tengo el conocimiento que me permita hacerlo con autoridad, así que todos aquellos que estén mejor ilustrados pueden hacer las precisiones que consideren. Yo sólo diré que me gusta la fotografía y que yo sí la considero un arte, ¿y?


domingo, febrero 22, 2009

De novias, bodas y pueblos.

(ADVERTENCIA: Este es un post largo, largo)

Como novia de pueblo
, dice el refrán, vestida y alborotada. Lo de vestida es lo de menos. El problema está en eso de alborotada porque implica que la mujercita, equipada con un paquete completo de hormonas de cambios multifásicos, logró generar para sí ciertas expectativas del evento venidero. Ya se veía ella dichosa en ese instante donde todo era paz y felicidad. Se hizo de ilusiones para quedarse al final sólo con eso; eso y unas ganas de encontrar al desaparecido y darle tres vueltas de pescuezo, no tanto por no llegar (si no se quiere, no y ya) sino por no tener la decencia de avisarle con tiempo y así evitarle el ridículo público y el tan o más importante ridículo privado. Esas situaciones son de las pocas que pueden molestarme mucho. Demasiado. Dicho en la única frase que lo expresa adecuadamente: Son de las pocas cosas que de verdad me hacen encabronar. A pesar de eso, suele suceder que todavía queda humor para intentar buscar un motivo que justifique la falta. El conocer las razones del ausente puede tener uno de dos efectos: O la furia cede ante la comprensión y baja sus niveles a cero, o por el contrario, alcanza máximos históricos. Es entonces cuando uno mejor se olvida y pone distancia de por medio para evitar enfrentar después cargos por homicidio. Ésto último me ha pasado un par de veces, de las cuales solo diré que si los pensamientos tuvieran el poder que le atribuyen los gnósticos, algunas personas ya habrían muerto después de largas horas de retorcerse por intensos dolores inexplicables mientras arrojaban espuma por la boca. Así de fuerte. Pero quiten ya esa cara de susto. Lo cierto es que eso del rencor no se me da tan fácil, y tiendo a perdonar pronto. Una vez que ha pasado la frase crítica todo queda en paz, y si el sujeto lo amerita, todo acaba con la conciliadora frase de Ahí te encargo que no lo vuelvas a hacer. Ha funcionado muy bien.

Pero no crean ustedes que este texto surgió de algún plantón reciente. Ni dios lo mande. Lo que pasa es que tengo una mente muy volátil. Una cosa lleva a la otra*, y todo empezó porque el viernes pasado me convencieron de ir, precisamente, a una boda de pueblo. Me tuvieron que convencer porque aunque ya me había llegado la invitación, yo ya tenía planeado ir a Morelia, además de que no tenía que ponerme. Pero que sí, que vamos, que va fulana, sutana, mengano y perengano, x, y, z; que todos en carro, que el primero de la generación que se casa, que te gusta hacerte del rogar, etcétera. Total que siempre sí; se amaneció el sábado y yo me puse a ver entre lo que sí tenía, lo más rescatable y armé algo decente. A la una de la tarde salimos de Irapuato rumbo a Cajititlán, porque la boda no era en el llano, sino allá, donde los hombres no se rajan. Cerca de La Piedad el tráfico era tal que llegamos a "avanzar" a 10km/hr. Como una hora perdida ahí. Llegamos a Chapala y de ahí rumbo a Guadalajara, esperando encontrar antes un pueblo que no salía en los mapas. Pero no. En algún punto perdimos la desviación a Cajititlán y llegamos hasta Guadalara (los mal ubico: Cajititlán está a como a unos 20 o 25 minutos antes de la capital tapatía, llendo por la carretera libre La Piedad, Mich.-Guadalajara. Jal.). Total que nos tuvimos que regresar para encontrar la desviación; angostita y repentina, pero ahí estaba. Entre que salimos tarde (qué novedad), que había tráfico y que nos pasamos la desviación, acabamos llegando tantito después del lanzamiento del arroz. Como sea alcanzamos a los novios en la entrada del templo, que ya iban en marcha con el mariachi y la comunidad detrás de ellos, listos para andar, no todo el pueblo pero sí por el camino que llevaba de la iglesia al salón.

Ya enterados dónde iba a ser la parte pagana de la celebración nos fuimos a buscar hospedaje. Todos a los que les preguntamos nos mandaron al mismo hotelito, que era más bien una posada, donde no nos pudimos quedar porque no dejaban entrar después de las doce de la noche (jamás olvidaré la cara de reprobación de la viejita que administra el negocio cuando mencionó con indignación que antes de nostros también habían llegado otros muchachos diciendo que querían llegar a las tres de la mañana, jejeje, eran otros amigos que también iban a la boda). Total, que decidimos que la vagoneta en la que íbamos estaba buena para dormir. En el camino nos dimos cuenta de que el pueblo estaba a la orilla de un lago chiquito al que le dicen El Caji, y por ahí había negocios de comida; ya teníamos dónde desayunar. A la fiesta. Pura banda, banda brindis, banda vals, banda, banda, banda. La comitiva llanera estaba compuesta de más mujeres que hombres pero como sea nos la arreglamos para bailar por turnos. Las niñas del lugar nos dejaron impresionadas: le hacían al brinco rebien, además de que no importaba el papel que les tocara en el baile (masculino o femenino) lo cubrían a la perfección (había una que hasta sabía agarrar a su compañerita "de a cartoncito"). Qué impresión. Barbacoa para cenar. La víbora de la mar y el ramo. La víbora de la mar y la liga de la novia. Y que uno de los nuestros agarra la liga. ¡Éste es el año compañero! Luego la banda dejó de tocar y todos salieron abruptamente a la calle. Si no hay pleito no hubo fiesta, pensamos; pero no. Después el novio tuvo a bien decirnos que unos muchachillos estaban apedreando el camión de la banda. Eso fue todo.

Se acabó la fiesta y otro compañero había sucumbido a los efectos de un tequila cuya marca no recuerdo (me consta que sigue viendo bien). Le preguntamos al novio que si no había problema con la policía municipal si nos quedábamos a orillas del lago en la camioneta. No solo nos dijo que no, sino que nos llevó a un terreno de su familia, precisamente, en las orillas del lago, cercado y todo para que nos quedáramos tranquilos. Ahí todavía 3 de 5 monos más un ex-cinvesteño que llegó tarde, nos quedamos platicando, entre otras cosas esperando que al más afectado por el tequila se le quitara lo necio (ya saben, cosas de borrachos, llenas de contenido cómico-mágico-musical, como dijera La Doctora) y que a nosotros nos diera sueño. Y mientras eso sucedía, nos quedábamos ahí sentadas en el cofre de la camioneta viendo el lago de noche, con las luces de los pueblos vecinos y sus reflejos en el agua, y el cielo estrellado como solo se puede ver por esos lugares donde la iluminación no es una plaga. Chulo, chulo. Luego una vaca, ya grandecita fue a asomarse y a ver que era eso que habían metido en el lugar donde ella dormía, dió la vuelta alrededor de la camioneta y se regresó a su lugar, cerquita de la barda. Después del susto, nos fuimos a dormir.

La mañana del domingo nos dió para tomar fotos del lago, aceptar la invitación de la mamá del novio a desayunar en su casa, barbacoa recalentada, arroz, frijolitos y pipián. Hasta cafecito nos tomamos. Muy rico todo. De ahí nos fuimos a los muelles. Varios puestos, no demasiados, de gorditas, tacos, nieves, cocos y chácharas. Veinte pesos por cabeza para dar una vuelta en lancha por el lago. Zaz. Finalmente fue la hora de regresar al llano. Y de ahí, en mi caso, a Morelia. Es que ando chiple. ¿Qué se le va a hacer? Y aquí estoy, en la Morelia de la post-granizada, después de un fin de semana de locos. Justo y necesario.

(*) Secuencia de ideas que acabaron generando el primer párrafo: Boda -> Boda en pueblo -> Novias -> Refrán -> Plantones -> Recores y perdones .

viernes, febrero 20, 2009

Cigarrillo

Soy ansionsa, demasiado. Por eso fumo. Es que cuando uno es ansioso las manos se mueven demasiado, los ojos andan viendo todo sin saber qué quieren encontrar y las ideas nomás van y vienen pero no se juntan armónicamente para generar the whole picture, y hay momentos en la vida en los que uno tiene poner orden, sobreponerse a la ansiedad y concentrarse en una cosa. Lo malo es que algunos ansiosos somos malos con eso, lo que nos pone peor de ansiosos. Como paliativo surgen las conductas compulsivas. Si tienes que pensar, entretén las manos en algo: golpear la mesa es molesto, destrozar papelitos de tanto tocerlos genera un basurero, además luego resulta que esos papelitos sí servían, y de todos modos eso no ayuda... la ansiedad sigue ahí.

Entonces sales, te sientas, de preferencia con nadie más de cerca, agarras el cigarro, le das un par de vueltas, lo prendes, inhalas, exhalas. Inhalas y exhalas. Despacito. Mientras lo golpeas suavecito con el pulgar y lo sacudes compulsivamente hasta que ya no y tus ojos se entretienen viendo las formas caprichosas del humo. Te instalas en ese ritmo, alcanzas a pensar un par de cosas, de lejos, ves una posible secuencia de ideas que tienen un poco más de lógica. Se acabó. Y ya estás sereno. A trabajar. También funciona cuando no tienes la menor idea de qué pasa contigo porque todo te duele o todo te molesta o todo te entristece.

Lo malo, es cuando no tienes qué fumar y eso es lo que te pone ansioso...

lunes, febrero 16, 2009

Ciertamente.

Palabras más, palabras menos:
Ana, hay que comprenderlos. Ellos han sufrido más. Tuvieron que dejar de ser rudos y salvajes, de pelearse con fieras, de defendernos del peligro y toda esa testosterona la tuvieron que guardar y ocuparla en perseguir un balón (los más rudos hacen lucha libre)... o lo que es peor: ver a otros hacerlo. No debió ser fácil.
Tienes la boca llena de razón.

viernes, febrero 13, 2009

Tres y contando.

Gracias,muchas gracias, sé que eso del mal humor pasará. Está pasando de hecho.

Fue cumpleaños de Darwin, el 200; y de El Origen de las Especies, el 150. Y 25 años de que murió Cortázar. Todo ayer. Pero hoy, hoy: Hoy es el tercer aniversario de mi blog. Cosita. Cómo lo quiero. Gracias a mis lectores, comentaristas y a mi seguidor público que casi hace que me de un infarto de la impresión (un seguidor público es como un fan y que yo tenga un fan, bueno, el ego hasta la estratósfera).

No tengo mucho tiempo de escribir, voy a ver que tienen que decirme acerca del último ancestro común. Luego les cuento.

Adiós, dejen sus regalos, jejejeje.

jueves, febrero 12, 2009

De oídas.

A veces se quiere saber todo, dar réplica y estar a la altura...
A veces sólo se quiere escuchar y aprender como quien oye un cuento y disfruta la historia.
En cualquier caso lo que no se quiere es irse.
-Aura

miércoles, febrero 11, 2009

Bad mood...

... pero de a tiro malo.

miércoles, febrero 04, 2009

La tortuga.

-Aaaanaaaa.
-No.
-Aaaanaaaaaa.
-No.
-¡Ana!
-¡Nooooo!
-¡Con una chingada! ¡Que vengas!
-¡Que no! ¡No, no, no y no!
-Voy yo pues.
Y que viene. Se para enfrente de mí, sólo veo sus pies, que son los míos, porque estoy al nivel del piso. Me pone enfrente el espejo que tengo en mi cuarto y veo mi verde y arrugada cara de reptil. Soy una enorme tortuga con aletas. La situación es tan absurda que da una ataque de risa. Mis carcajadas me despiertan.

Chale.
 
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