viernes, abril 28, 2006

En el puro calor sin aire...

"Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre..."

Yo no. Yo sí sé donde vive mi padre, lo conozco bien y sé dónde se quedó cuando salí a este viaje de bellos destinos y autobuses de mal agüero.

A diferencia de Juan Preciado, yo no llegué a Comala nomás para darme cuenta que no era más que un alma errante igual que todos los demás de este pueblo. Por el contrario, vine a encontrarme con toda la vida que Comala a cobrado al ser tierra de escritores, poetas y otros ilustres.

Es el Comala de Juan Rulfo, que han sabido cuidar muy bien; "Pueblo Blanco de América" le han llamado, porque su plaza, sus templos y sus casas suelen estar principalmente pintadas de blanco.












Templo de San Miguel Arcángel.









Portalito alrededor de la plaza central.










Plaza central



En esta plaza, muy limpia, me dí cuenta de que ya no existía el fotógrafo aquel que solía estar en la plaza de los pueblos, con un caballito de madera y que fotografiaba niños con cara de susto, en color, sepia o blanco y negro. En cambio, por $40.00, o $20.00 si tú ponías la cámara, podías tomarte una bonita foto con un animalito vivo, más propio de un zoológico o un circo que de una plaza de pueblo:








¿Si vieron al reptil albino, verdad?


Además, tenían montada una exposición con bichos y animales de la región, unos vivos, otros nada más aparentando:








Reptiles restreros habitantes de Colima.








Si les dijera que es una araña con tenazas ¿me creerían? Pues sí es. Con lo me chooooocan estos bichos. x_x








¡Ñiaaag! ¡Peluda!









Xoloitzcuintle. Nunca había visto uno, así de cerca y así de vivo. La verdad no está tan feo, espero que lo saquen a pasear de vez en cuando.











Pobre, tan acostumbrado a la libertad. Todo para que los visitantes se enteren de lo que se pueden encontrar volando sobre Colima.











Colección disecada 1.









Colección disecada 2.




Otro bonito detalle de la plaza es la existencia de un reloj solar, bastante exacto para su tipo:






El semicírculo que se ve de frente tiene marcadas las horas, en números romanos y arábigos. El otro semicírculo sostiene una vara con una figura en dorma de ocho, cuya sombra marca (justo en la constricción) la hora.










Aquí el reloj marca las 3:20 pm. ¡Coincidió con mi reloj!


Después de comer botana y tomar unas chelas en compañía de mi má (que otra cosa no se antoja en este lugar que es una brasa por sí mismo) nos preparamos para regresar a casita.

Yo feliz.

jueves, abril 27, 2006

El eslabón perdido

La arena de la playa es un escondrijo de objetos fantásticos, cuyo descubrimiento suele ir acompañado de graves quemaduras tras largos periodos al sol, y sin embargo son efímeros, pues el celoso mar reclama para sí cualquier cosa que salga de entre la arena que por millones de años a acumulado en sus límites.

Afortunadamente la fotografía nos permite registrar cualquier hallazgo y conservarlo para la posteridad:

Helo aquí: Homo brisiensis.
Detalle del fosil encontrado.

Lamentablemente, como somos egresados de ninguna escuela de historia, ni nos registramos en los museos, ni existen datos nuestros en revistas especializadasen antropología, historia ni nadaque se le parezca, ni la UNAM ni el INAH ni ningún instituto dedicado a la conservación de nuestro pasado ha respondido a nuestras solicitudes de análisis, todo porque no nos trajimos un pedacito de H. brisiensis para probar que no era fotoshopazo.

En fin, de todos modos, el mar se llevó al ancestro momentáneo, y nos quedó solo el orgullo de haber encontrado una pista más de nuestro incompleto pasado.

Otros hallazgos:


Más común: Tortuga
Nunca visto (por mi): Una auténtica medusa (alias "Aguamala"), medio viva en la playa.

Ejemplar de un cangrejito playero ^_^


Después de la playa seguimos los pasos de Juan Preciado... cosa de otro post.

Playa Galería




















San Juan de Alima. Punto de partida a otras muchas playitas.















Las Brisas. Desde un mirador cercano. Aquí la pasamos todo el día cuando al camión le dolió el clutch y empezó a excretar líquido verde entre las ruedas traseras.

Maruata: Entre las algas arrastradas hasta la playa y las peñitas hogar de aves marinas, ofrece un cuadro hermoso.

Maruata: Olita rompiendo entre las peñas

Maruata: El mar escarbó una peña y logró llegar al otro lado a través de este túnel.

Faro de Bucerías: Sin palabras

Atardecer en una playita chiquita, con pocos humanos acuyo nombre no recuerdo.

¡Desconexión!

Me quedé una semana sin internet, como es imaginable, por exceso de pago. Asunto arreglado. Alo que sigue.

viernes, abril 21, 2006

Encantos de la playa.

A la playa me fui la semana pasada con mi má uno de mis hermanos y la más loca de mis primas (o al menos de las que conozco). A la jefa del matriarcado en el que vivo ocurriósele pagar boleto en esos viajecitos de grupo, en el que te vas en un bus con un montón de gente desconocida a un tour por lo mejorcito del destino en cuestión.

La verdad salió más divertido de lo que yo pensaba por varios motivos:

Los olvidados:

Y es que no llevábamos ni tres horas de viaje cuando, pasadas las 2 de la mañana, dos de los pasajeros del bus se quedaron en una caseta. ¿Quién les manda a bajarse al baño después de todos, cuando todo el mundo esta dormido? Lo bueno que uno de ellos traía cel y pudo hablar a sus parientes del bus para decir que no manchen, que los habían dejado, que no fueran malonda y regresaran por ellos. Eso sirvió para romper el hielo entre todos los viajantes. Además, como uno de los dejados era mi compañero de asiento, con el que ya de por sí veníamos cotorreando, de ahí nos agarramos para entablar amenas charlas los días que duró el viaje.

Los destinos:

Todo muy bonito, muy tranquilo, sin lujos, ahí si se logra descansar y alejarte del mundanal ruido, a pesar de que era temporada alta: San Juan de Alima, Las Brisas, Maruata, Faro de Bucerías, y hasta Comala, donde "los muertos, cuando llegan al infierno, regresan por su cobija". Y de verdad que no lo dudo. Estos son tema de post aparte.

Y el camión:

Nos prometieron uno de lujo, con aire y toda la cosa. El lujo no se lo ví por ningún lado, y el aire era que unas ventanas no cerraban bien, de no ser a la fuerza bruta. Lo bueno era que no tenía baño, porque yo iba hasta atrás. El segundo día de viaje, comenzó a derramar un extraño líquido verde (hay quien dice que era líquido de frenos, yo de eso no sé) por el rin de una de las llantas traseras. Acto seguido nos informan que el clutch no sirve. Reproduzco fielmente lo que después dijo la organizadora (O):

-O: Quiero que ustedes me digan que hacemos, para hacerlo de común acuerdo.
-
Yo (pensando): ¡Que cambien el camión!
-
O: Nos quedamos hoy en la playita de aquí todo el día, y la otra que ibamos a ver hoy la vemos mañana...
-
Viajantes (V): =murmuraciones incomprensibles=
-
O: O seguimos con el itinerario a ver qué Dios dice...
-
V: ¡NOOOOOOOO!
-
Mi má: ¿Está loca?¿Qué le pasa?
-
Mi prima: &%$=?)=w%#@#
-
Yo (murmurando): Nel. Yo con Dios ni me hablo, no creo que me vaya a decir algo... mejor me quedo...

...y nos quedamos en Las Brisas. No nos quejamos porque estaba bonito. Ahí agarré poquito color. Para regresar a nuestro bungalow, la organizadora nos consiguió taxis y andaba que no la calentaban ni los 36ºC que se sentían a la sombra.

Pero esa no fue la última del camión. Ya veníamos de regreso, todos muy tostados y cociéndonos en nuestro jugo a las 5:00pm, por algún lugar en Colima cuando se oyó un ruido muy fuerte, y yo que iba en la última ventana vi salir volando algo negro desde abajo de camión >sfiuuu<. Otra prima (que resultó ir en el mismo paquete) se levanta y dice: "Se sintió un golpe aquí abajo"... "ya nos llevamos algo" pensé yo, pero el inconfundible olor a llanta quemada dió a todo el mundo la certeza tan necesaria entonces... tronó una llanta... y sí que tronó... quedó como falda hawaiiana.

El camión se orilló y el chofer pidió ayuda a los pasajeros varones, porque él estaba malo de la espalda... y ahí van los señores (la mayoría jubilados o en permiso prejubilatorio, creo yo) a cambiar la llanta. "Dios y los hombres" decía mi abuela.

Cuando vimos la llanta de respuesto, mi má casi llora. Otros menos angustiosos nos botamos de risa (ver fotos). Finalmente y con más de una hora de retraso, nos pusimos de nuevo en marcha sin mayores contratiempos... Ni saben lo bonito que sentí cuando llegué a mi casa... Fotos:
Este desértico paraje es en algun punto de la carretera a Morelia, en Colima. Tantito más adelante, donde ya había poquitos árboles fue donde se tronó la llanta.
Dos vistas de la llanta tronada... ¿a poco no parece falda hawaiiana? Alguien por ahí se llevó un pedazo como recuerdo del evento, tal vaz como amuleto de la suerte... ¬¬

Es la de repuesto... u_u

jueves, abril 20, 2006

Las flores de mi Jardín

Durante esta semana en la que me he enclaustrado voluntariamente en mi casa, sólo he salido momentáneamente al centro histórico y me dí cuenta de algo que seguramente pasa hace mucho tiempo, y que tal vez ya todos sabían, pero como yo no, entonces me doy el gusto de manejarlo com primicia.

Resulta que los muy remodelados y embellecidos jardines de la Plaza de Armas son totalmente palacio y por lo tanto, son actualizados en la especie y color de flores según la temporada. No vaya a ser que la elegante plaza que tiene el lujo de ser pisada por pieseseses del norte, sur y centro del país, así como norte y sudamericanos, europeos y uno que otro perdido asiàtico, no se encuentre a la altura de la situación y se presente con colores pasados de moda... no no no, cómo va a ser.

En navidad, como es uso y costumbre en muchos otros sitios, las flores de siempre son sustituidas por rozagantes nochebuenas pálidas, rojas o a medios tonos. Todo muy mono y muy normal. Eso sí lo había visto. Una vez pasada la temporada invernal, todas las nochebuenas ceden de nuevo el sitio a flores multicolores que celebran la llegada de las sudaderas primaverales. Eso también ya lo sabía.

Lo que yo no había visto, es que durante la recién acontecida Semana Santa, todas las flores de las plaza fueron sustituidas por aquellas que mostraran todas las tonalidades de morado, violeta, lila y hasta un rosa mexicano colado por ahí. Esto para que la plaza cuadrara con el montón de banderas y banderines morados que cuelgan por el centro y con el luto cristiano que ese color representa. Pero si el periodo vacacional de Semana Santa se acaba este viernes, entonces, esas flores moradas también van a desaparecer en esta fecha, supongo.

La duda que tengo es: ¿A dónde van a dar todas las flores retiradas? ¿Tendrá el gobierno un bonito vivero donde las cuiden hasta que vuelvan a ser utilizadas? ¿O gastarán millones en comprar nuevas cada vez que engalanan los vestidos de nuestra placita? ¿No podrán donarme unas para la noble causa de conseguirle regalo a mi má este 10 de mayo (que si por ella fuera convertiría el patio trasero en una versión actualizada de los Jardines Colgantes de Babilonia)? ¿O se las darán a los pobres que a duras penas se pueden porcurar el alimento y no pueden pensar en costearse la alegría de tener muchas macetas coloridas alrededor de sus láminas grises de cartón?

miércoles, abril 19, 2006

Parte 3: Clausura

Luego de la velada con el Pedro Infante pirata, el día de la clausura nos dedicamos a conocer el centro vacacional, despues de desayunar nos tomamos muchas muchas muchas fotos en las aguas azufradas (que no eran termales pero burbujeaban que daba gusto), en la cúpula geodésica que contenía cualquier cantidad de plantas y animales ruidosones (en su mayoría patos comunes), y nos subimos al...al...pérenme, tiene un nombre raro... ¡al funicular! (a poco no es raro el nombre) que nos elevó a la torremás alta de todo el complejo y que tiene un vista biutiful biutiful.

Una vez concluída la sesión de fotos, nos fuimos a que las otras dos chicas de la comitiva fueran a atender su changarro. Como era el último día ya casi no había gente, pero eso sí, las galletitas y el café se acabaron antes de que el chaparrito con corbata de moño acabara de colocar todo en la mesa respectiva.Total, que luego de una insípida clausura, llena de graciasporvenir, lesanuncioquelanuevapresidentaes, y otras cosas así, nos pusimos de acuerdo con otros asistentes para la velada que vendría.

Conseguidas las guamas para todos (excepto la China, que siguió con sus caribes, porque a ella la chela nomás no) el siguiente paso fue lograr que los que estaban hospedados en el hotel sede puedieran entrar a hacer uso de las instalaciones de nuestro hotel, o sea, les teníamos que conseguir su pulserita naranja, porque la verde que ellos traían no servía. Arreglado. Todos a sentarse como en los primeros tiempos en el pasto alrededor del alcohol, cada quién tome la suya, y que empiece la tertulia. Fue ahí donde conocimos al buen George, un chhhihuahuense muy simpático y decente (nada de sentirse Pedro Infante; ¡saludos al buen George!) y a otro paisano michoacano que no teníamos el gusto de conocer, y que me perdonará que no me acuerde de su nombre, porque así es mi memoria de torpe a veces y porque además ni lee el blog, pero que me cayó muy bien. Él se cansó de hacernos reir durante la velada con toda clase de puntadas extrañas y escenificaciones improvisadas de dudosa calidad pero hilarantes como pocas.

La china se acabó pronto sus caribes, y se hubiera quedado sin más que beber de no ser porque el ahora anónimo paisano le puso un poco de su guama en una de las botellitas de Cooler, y la convenció que probara su producto innovador: Caribe Cooler sabor cebada. La china enantada. A salud de la ex-fresa nos pasamos todavía un buen rato tirados en el pasto, sintiendo el fresco de la noche y alegando cómo las cosas simples de la vida nos pueden hacer tan inmensamente felices.

El día siguiente, viernes, nos levantamos tan pronto como pudimos, o sea, como a las 6:00 am, para hacer las seis horas de regreso a la ciudad de las canteras rosas. En Observatorio, dos compañeras se separaron para tomar el bus directo a su "pueblo" ahorrando dinero y tiempo, que todo es escaso ya en esta vida. La china y yo continuamos hasta Morelia, donde la mitad de esta naranja que soy yo, y un compañero de laboratorio nos recibieron gustosos para llevarnos con maletas y todo a comer un coctel de camarones (porque era viernes de vigilia y otra cosa no se antoja o no se puede, dicen).

Fotos, aquí:








Aguas azufradas al interior de la cúpula


Una panorámica del sitio favorito para vacacionar de Los Sánchez






Patos visto desde el funicular al iniciar el ascenso



Disfrutando de chelas y caribes a la luz de la luna (que no se ve). Gracias a Jorge por mandarme la foto.

martes, abril 18, 2006

Paréntesis

¡Elgato acaba de cazara su primer pájaro! Y yo no puedo salir de mi asombro, ya que este negro felino de sedentarias costumbres, apenas dejó la infancia ya no daba para más que echarse en el sillón y chillar a las 5 de mañana por atún, croquetas y leche.

De ahí que me llamara la atención que anduviera por ahí correteando entrelos sillones. Cuando salí a ver, resulat que el juguetito que traía ¡era un pajarito verde amarela! (no era brasileño, pero me gusta como suena). Fascinado él como yo de su audacia, dejó que viera un momento su trofeo, como quien lo presume, para después gruñirme más al estilo canino para que no lo molestara más. Sin embargo tuve que expulsar al minino hastasus aposentos (en el patio de atrás) para que pudiera desplumar a su primera víctima sin que mi madre soltara el grito en el cielo.

Es hora que no acaba de distraerse. Que bello, lástima, no tengo pilas para la cámara, ni ganas de ir a comprar, en fin.

Parte 2: Tlayacapan

El miércoles nos fuimos a Tlayacapan. Es un pueblo chiquito a 15 minutos y $5.00 MN de Oaxtepec, tiene un mercado de artesanías y su templo con otro ex-convento. A mí me gustan mucho esos viejos edificios coloniales, con aire de casas fantasmales, donde casi te puedes imaginar a los cristianos recluídos por voluntad propia o de los padres atormentados caminando en sus hábitos monacales.

El ex-convento de Tlayacapan tiene el atractivo adicional de que no está debidamente restaurado, lo que le imprime un aspecto de edificio fantasma, roído por los años, las guerras, les decretos precidenciales liberales y otros muchos males que en tantos siglos de historia debió haber sufrido. Está oscuro, húmedo y carcomido. No podría visitarlo de noche (o tal vez sí, pero solita no). Lamentablemente, por el mismo estado del edificio no pudimos tomar fotos, por lo que fue imposible documentar el mas oscuro encanto que encierra este claustro, que son un pequeño grupo de momias infantiles. Perfectamente conservados en sus cajones de madera hechos a la medida, menos de una decena de cuerpecitos infantiles con exquisitas ropas antiguas se muestran en nichos de una de las celdas. Una nena me llamó especialmente la atención por su primoroso vestidito, cuyo color se lo habían comido los años, pero no así el estilo. Por primera vez como los antiguos calzoncillos largos efectivamente acababan en el tobillo por debajo de la falda, la cual combinaba con unos zapatitos de tela muy bonitos. Debió ser una niña bonita, aunque ahora no se vea. Como de 10 años, con un pelo largo, rizado y rubio.... qué cosas, impresionante de verdad.

Todo era digno de fotografiarse, de no ser por que una centinela octagenaria, que por lo general era muy amable, guardaba todo su rigor para prohibir terminantemente el uso de cámaras, cualquiera que fuera, con o sin flash. La encargada de la entrada, más joven y menos sabia que la anciana en cuestiones de conservación se ofreció en tomarnos una foto en el museito improvisado que recibía a los visitantes, siempre y cuando fuera sin flash y rápido para que la viejita no la viera. Imagino que el nervio de la chica por infringir las reglas era mucho, porque el resultado fue éste:


Total, nos uedamos sin foto del ex-convento. El templo también tenía su toque tétrico, y al parecer estaba dedicado a los personajes y eventos que acompañaban a la crucifixión por que toda imagen era de luto:


Eso contagia a cualquiera que sea muy sensible, como yo, de un ánimo quieto, taciturno y lúgrube. Pero como una de las chicas tenía que atender su cartel, antes de que eso sucediera regresamos al hotel a ponernos guapas. En fin..

¡Casi lo olvido! En Tlayacapan nos dimos cuenta que estaba formalmente inagurada la temporada de incendios, ya que uno de los cerros que circundan este pueblo ardía con ganas en toda su extensión. Triste espectáculo.

De regreso, me llamó la atención un viejito simpático que iba platicando muy amenamente con la hija de otra señora: tenía rasgos de haber sido un muchacho bien parecido y algo vanidosón, ya que todavía conservaba la costumbre de engomarse las puntas del bigote:

Si checan el reflejo en la ventana se puede ver la punta engomada y enroscada.

Total, que el resto de la tarde se nos fue en la sesión de carteles y al salir nos encontarmos con un rojo atardecer, que fue lo único que el cercano incendio pudo dejar de bonito:



La noche la pasamos entre caribes cooler ("¡Qué fresas!" sí, ya sé), junto a la alberquita del hotel sede. Todo bien hasta que un sonorense se sintió con aires de Pedro Infante y quería que por su recortado y poblado bigote la más chaparrita de mis comadres lo viera con ojos de amorcito corazón.

Así que en apoyo a nuestra acosada compañera, nos dimos a la fuga a nuestro hotel, sin decir más que hasta mañana... en fin, qué hombres.

Parte 1: Vivan los congresos.

Eventual, cierto; sin un contrato de por medio, cierto; sin mucha seguridad en mi puesto, cierto... pero empleada al fin. ¿Cómo es entonces que me perdí de esta noble ciudad una semana antes de que las vacaciones iniciaran formalmente? Muy sencillo: Me inscribí en un congreso que duró casi toda la semana en Oaxtepec, Morelos.

Todo fue más fácil gracias a que tres compañeras de laboratorio irían a presentan sus bonitos certeles con los resúmenes de sus meses de arduos trabajos de laboratorio. Yo iba de chaperona, colada, lapa, metiche o cualquier adjetivo que gusten pronunciar, pues no llevaba trabajo alguno. Claro, la jefa de las cuatro vacacionistas, perdón: congresistas, también asistió, aunque a ella solo la vimos unos cuantos memorables momentos.

El primer obstáculo fue vencer el pánico inevitable que nos causaba tener que cruzar la gran mancha chilanga para llegar desde la terminal de Observatorio hasta la terminal Taxqueña. Ya nos habíamos aprendido la ruta del metro (con todo y el transborde en la estación Pino Suárez), pero creíamos mejor el masomenos-seguro sistema de taxi de sitio. Y es que cuatro provincianas que acostumbran ver en la mañana o en la noche noticias amarillas o anaranjadas, no suelen confiar mucho en un asentamiento humano que se puede ver sin problemas en un mapa de la República de tamaño carta.

Sin embargo, al llegar a Observatorio, un último impulso aventurero salido de no sé qué profunda entraña nos incitó a preguntar en el módulo de información cualquier vía mas ecónomica que el taxi para llegar a Taxqueña (ya vi de dónde: salió del fondo de nuestro bolsillo).

El metro fue la única respuesta de la señorita, que me vió con cara de compasión y me regaló el folletito con una red de colores y puntitos blancos que era el Sistema de Transporte Colectivo Metro. Por un momento me imaginé encontrarme al vagabundo que suele recitar a Camus en el subterráneo según las crónicas de Gonzalo, así como otras muchas cosas fascinantes que me cambiaran la imagen de ese gingante que es la Capital. sin embargo un vistazo a los 300 kg de equipaje que 4 mujeres llevábamos para una semana de viaje me puso de nuevo los pies en la tierra. Iba a ser la una de la tarde, y no quería ser torteada, repegada y perfumada con el olor de mil personas mientras me peleaba con la rueda rota de mi maletón. Todas coincidimos, por lo que sin mayor preámbulo pagamos los $98.00 MN del viaje en taxi.

Fue un recorrido alucinante. El chofer del taxi a 120km/hr se sentía the fast and the furious, en uno de los tramos cambió cinco veces seguidas de carril, rebasando a igual número de automóviles teniendo el espacio mínimo para hacerlo. Lo hubiera hecho más veces, si no es por un motociclista que creyó haber visto primero que nuestro taxista el último espacio. Como tanto el taxi como la moto estaban a medio rebasar, nuestro chofer prendió las luces, tocó el claxón, hizo rugir el motor y rugió él también por si todo lo anterior no fuera suficiente. El motociclista cedió momentáneamente, solo para emparejarse más adelante del lado del conductor y lanzarle una mirada retadora y partir a todo motor antes de que tuviera que expresar su furia contenida. Entre maniobras arriesgadas y vueltas a toda velocidad logramos llegar a la Terminal del Sur y de ahí a Oaxtepec, donde nos insatalamos después de comer tacos dorados en un puestito de comida dentro del Centro. Luego nos registramos en el Congreso y recibimos felices nuetra mochilita con libretita, lapicero, gafete y programa incluidos.

Lo primero fue ver en el bonito programa impreso las conferencias que eran de nuestro interés, las horas en que las muchachas tenían que atender a los doctos sujetos que cuestionarían n cantidad de detalles sobre su cartel y establecer las horas libres. Acto seguido nos informamos de lo que había para ver en el Centro Vacacional y sus alrededores.

Así, el martes visitamos el Ex-convento. Está mono mono. Tienen una colección de animales y bichos bien feos que habitan en el estado, así como un museo botánico muy completo, con las propiedades de cada planta expuesta. Fíjense que decía que la nochebuena es tan buena que se usaba para tratar retrasos en las reglas, cuando no querías saber ni porqué era, y cuando ya sabías, igual era buen abortivo. Claro, como todos esos menjurjes, si se te pasaba la abortada eras tú, pero de este mundo. Además tienen una bonita colección de figuras prehispánicas encontradas en los alrededores.


El ex-convento, como todos, me pareció interesante. En especial el decorado depresivo que caracteriza a todos lo que he visitado en Morelos: Frescos de tintes negros o grises y esas cruces sobre el calvario, que para mejor representación se pintaba como osamentas salidas de la tierra. Muy tétrico el asunto. Yo, encantada.








Techo del ex-convento

Detalle de una celda



lunes, abril 17, 2006

Pata de Perro

Hoy lunes se cumplen 15 días de aquella mañana que salí de mi hogar materno para no volver mientras no fuera por una tibia comida y una siesta gratuita que no era más que una escala en un itinerario lleno de kilómetros recorridos bajo el sol más infame de la temporada.

Hoy lunes, tras estos 15 días de felices andanzas, he vuelto a mi hogar, me he reencontrado con mi tibia cama, con mi cómodo baño, con mi amoldado sillón de la tele. Ninguno de ellos, agradecidos objetos me ha olvidado, y los he usado de nuevo con la dulce sensación de bienestar que solo puede sentir el viajero que ha estado lejos suficiente tiempo para extrañar, pero no tanto como para acostumbrarse a nuevos aposentos.

Por trabajo o noble placer, en el centro del país o en las costas casi nóveles y aún limpias, con amigos o con familia y un puñado de desconocidos que al último acabaron no siéndolo tanto, eso sí, pensando cada día en el amor que no partió conmigo pero que con aplomo esperó mi regreso. Las que vienen son historias de 15 días de viajes a dos o tres destinos, modestos, humildes, sin el lujo de la antigua europa ni la belleza comercial del caribe agringado. Con poca gente pero con mucho que dar.

¡Que empiece el anecdotario!
 
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