domingo, febrero 22, 2009

De novias, bodas y pueblos.

(ADVERTENCIA: Este es un post largo, largo)

Como novia de pueblo
, dice el refrán, vestida y alborotada. Lo de vestida es lo de menos. El problema está en eso de alborotada porque implica que la mujercita, equipada con un paquete completo de hormonas de cambios multifásicos, logró generar para sí ciertas expectativas del evento venidero. Ya se veía ella dichosa en ese instante donde todo era paz y felicidad. Se hizo de ilusiones para quedarse al final sólo con eso; eso y unas ganas de encontrar al desaparecido y darle tres vueltas de pescuezo, no tanto por no llegar (si no se quiere, no y ya) sino por no tener la decencia de avisarle con tiempo y así evitarle el ridículo público y el tan o más importante ridículo privado. Esas situaciones son de las pocas que pueden molestarme mucho. Demasiado. Dicho en la única frase que lo expresa adecuadamente: Son de las pocas cosas que de verdad me hacen encabronar. A pesar de eso, suele suceder que todavía queda humor para intentar buscar un motivo que justifique la falta. El conocer las razones del ausente puede tener uno de dos efectos: O la furia cede ante la comprensión y baja sus niveles a cero, o por el contrario, alcanza máximos históricos. Es entonces cuando uno mejor se olvida y pone distancia de por medio para evitar enfrentar después cargos por homicidio. Ésto último me ha pasado un par de veces, de las cuales solo diré que si los pensamientos tuvieran el poder que le atribuyen los gnósticos, algunas personas ya habrían muerto después de largas horas de retorcerse por intensos dolores inexplicables mientras arrojaban espuma por la boca. Así de fuerte. Pero quiten ya esa cara de susto. Lo cierto es que eso del rencor no se me da tan fácil, y tiendo a perdonar pronto. Una vez que ha pasado la frase crítica todo queda en paz, y si el sujeto lo amerita, todo acaba con la conciliadora frase de Ahí te encargo que no lo vuelvas a hacer. Ha funcionado muy bien.

Pero no crean ustedes que este texto surgió de algún plantón reciente. Ni dios lo mande. Lo que pasa es que tengo una mente muy volátil. Una cosa lleva a la otra*, y todo empezó porque el viernes pasado me convencieron de ir, precisamente, a una boda de pueblo. Me tuvieron que convencer porque aunque ya me había llegado la invitación, yo ya tenía planeado ir a Morelia, además de que no tenía que ponerme. Pero que sí, que vamos, que va fulana, sutana, mengano y perengano, x, y, z; que todos en carro, que el primero de la generación que se casa, que te gusta hacerte del rogar, etcétera. Total que siempre sí; se amaneció el sábado y yo me puse a ver entre lo que sí tenía, lo más rescatable y armé algo decente. A la una de la tarde salimos de Irapuato rumbo a Cajititlán, porque la boda no era en el llano, sino allá, donde los hombres no se rajan. Cerca de La Piedad el tráfico era tal que llegamos a "avanzar" a 10km/hr. Como una hora perdida ahí. Llegamos a Chapala y de ahí rumbo a Guadalajara, esperando encontrar antes un pueblo que no salía en los mapas. Pero no. En algún punto perdimos la desviación a Cajititlán y llegamos hasta Guadalara (los mal ubico: Cajititlán está a como a unos 20 o 25 minutos antes de la capital tapatía, llendo por la carretera libre La Piedad, Mich.-Guadalajara. Jal.). Total que nos tuvimos que regresar para encontrar la desviación; angostita y repentina, pero ahí estaba. Entre que salimos tarde (qué novedad), que había tráfico y que nos pasamos la desviación, acabamos llegando tantito después del lanzamiento del arroz. Como sea alcanzamos a los novios en la entrada del templo, que ya iban en marcha con el mariachi y la comunidad detrás de ellos, listos para andar, no todo el pueblo pero sí por el camino que llevaba de la iglesia al salón.

Ya enterados dónde iba a ser la parte pagana de la celebración nos fuimos a buscar hospedaje. Todos a los que les preguntamos nos mandaron al mismo hotelito, que era más bien una posada, donde no nos pudimos quedar porque no dejaban entrar después de las doce de la noche (jamás olvidaré la cara de reprobación de la viejita que administra el negocio cuando mencionó con indignación que antes de nostros también habían llegado otros muchachos diciendo que querían llegar a las tres de la mañana, jejeje, eran otros amigos que también iban a la boda). Total, que decidimos que la vagoneta en la que íbamos estaba buena para dormir. En el camino nos dimos cuenta de que el pueblo estaba a la orilla de un lago chiquito al que le dicen El Caji, y por ahí había negocios de comida; ya teníamos dónde desayunar. A la fiesta. Pura banda, banda brindis, banda vals, banda, banda, banda. La comitiva llanera estaba compuesta de más mujeres que hombres pero como sea nos la arreglamos para bailar por turnos. Las niñas del lugar nos dejaron impresionadas: le hacían al brinco rebien, además de que no importaba el papel que les tocara en el baile (masculino o femenino) lo cubrían a la perfección (había una que hasta sabía agarrar a su compañerita "de a cartoncito"). Qué impresión. Barbacoa para cenar. La víbora de la mar y el ramo. La víbora de la mar y la liga de la novia. Y que uno de los nuestros agarra la liga. ¡Éste es el año compañero! Luego la banda dejó de tocar y todos salieron abruptamente a la calle. Si no hay pleito no hubo fiesta, pensamos; pero no. Después el novio tuvo a bien decirnos que unos muchachillos estaban apedreando el camión de la banda. Eso fue todo.

Se acabó la fiesta y otro compañero había sucumbido a los efectos de un tequila cuya marca no recuerdo (me consta que sigue viendo bien). Le preguntamos al novio que si no había problema con la policía municipal si nos quedábamos a orillas del lago en la camioneta. No solo nos dijo que no, sino que nos llevó a un terreno de su familia, precisamente, en las orillas del lago, cercado y todo para que nos quedáramos tranquilos. Ahí todavía 3 de 5 monos más un ex-cinvesteño que llegó tarde, nos quedamos platicando, entre otras cosas esperando que al más afectado por el tequila se le quitara lo necio (ya saben, cosas de borrachos, llenas de contenido cómico-mágico-musical, como dijera La Doctora) y que a nosotros nos diera sueño. Y mientras eso sucedía, nos quedábamos ahí sentadas en el cofre de la camioneta viendo el lago de noche, con las luces de los pueblos vecinos y sus reflejos en el agua, y el cielo estrellado como solo se puede ver por esos lugares donde la iluminación no es una plaga. Chulo, chulo. Luego una vaca, ya grandecita fue a asomarse y a ver que era eso que habían metido en el lugar donde ella dormía, dió la vuelta alrededor de la camioneta y se regresó a su lugar, cerquita de la barda. Después del susto, nos fuimos a dormir.

La mañana del domingo nos dió para tomar fotos del lago, aceptar la invitación de la mamá del novio a desayunar en su casa, barbacoa recalentada, arroz, frijolitos y pipián. Hasta cafecito nos tomamos. Muy rico todo. De ahí nos fuimos a los muelles. Varios puestos, no demasiados, de gorditas, tacos, nieves, cocos y chácharas. Veinte pesos por cabeza para dar una vuelta en lancha por el lago. Zaz. Finalmente fue la hora de regresar al llano. Y de ahí, en mi caso, a Morelia. Es que ando chiple. ¿Qué se le va a hacer? Y aquí estoy, en la Morelia de la post-granizada, después de un fin de semana de locos. Justo y necesario.

(*) Secuencia de ideas que acabaron generando el primer párrafo: Boda -> Boda en pueblo -> Novias -> Refrán -> Plantones -> Recores y perdones .

6 comentarios:

Anónimo dijo...

ESTA ANECTODA ME HIZO RECORDAR CUANDO IBA AL PUEBLECITO DONDE CRECIO MI PAPA A LAS BODAS Y COSAS POR EL ESTILO. LA COSA ES QUE YO SOY UNA PERSONA QUE TIENDO A PERDONAR FACILMENTE TAMBIEN Y AVECES ME CHOCA SER ASI, BUENO CREO QUE YA ESTOY DIVAGANDO. ME GUSTA COMO CUENTAS ESAS HISTORIAS, ENTRE ANDAR EN LA RED DE CHISME EN CHISME (LO QUE NO ES NADA QUE HACER) ENCONTRE ESTE BLOG Y ME SEGUI LEYENDO MAS ABAJO.
QUE BIEN. SALUDOS.
Camila

Mario Samano dijo...

no entendí algunas cosas,

qué es chiple?

te han dejado vestida y alborotada?

Aura dijo...

¡Camila! Bienvenida. Vuelve cuando quieras. Para eso es este lugar, para divagar agusto.

Un niño chiple o chipil es como un niño consentido. "Andar chiple" tener esa necesidad de ser consentido. A eso vine a Morelia, a que me consientan (y lo conseguí, jijiji). Y sí, alguna vez en mi vida me dejaron plantada (no en una boda, por supuesto)... además eso no se pregunta, ash.

Gerardo P. Garcia dijo...

Ahhhh, las fiestas de pueblo, el "Mexico Profundo" en todo su esplendor, una parte muy surrealista de nuestro pais.

Y como dices, si no hay pelea en la fiesta, entonces NO es una fiesta, Jajaja.

Saludos!!!

AA3 dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Aura dijo...

Muy, muy real, diría yo.

Otssss... tú tranquis. Al rato te paso el dato. Pero quiero mis churrumais, si no, no.

 
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