viernes, junio 30, 2006

¿De qué se trata?

El día de ayer debió haberse terminado toda proaganda política a favor de cualquier monozonzo de esos que anda por ahí construyendo castillos en el aire con dinero del erario público. Qué bonitas se iban a ver las calles otra vez sin esos montones de plástico colgante con las falsas sonrisas de maquillados candidatos, más preocupados de cómo se ven que de lo bueno que puedan aportar.

Ya es viernes, y nada.

Camino a mi casa, esquina tras esquina, poste tras poste, las mismas caras odiosas a fuerza de verlas incansablemente, las caras de los que quieren ser diputados, senadores, presidentes. Amarillo, verde, rojo, azul... nunca esos colores fueron tan aborrecidos (bueno, el amarillo sí, nunca me ha gustado, y que conste que eso no tiene que ver nada con la izquierda).

Ensuciar así las calles, provocar tal contaminación visual (y ambiental también porque a la basura es a donde tanto plástico va dar) y hartar así a los pobres cristianos, musulmanes, judíos, ateos, gnósticos, indecisos o de cualquier ideología que andan por ahí haciendo su vida diaria debería ser delito. Hacer tal gasto para algo tan, pero tan inútil, habiendo tantas necesidades en el país debería ser un crimen de lesa humanidad.

Pero la crítica debe ser constructiva, y mi aportación es: Las leyes pueden refomarse para considerar sancionar a los partidos que no se encarguen de recoger toda su basura propagandística en las fechas indicadas. ¿Cómo? Reduciendo su presupuesto para la siguiente campaña en función de la cantidad de propaganda no retirada, donde la sanción menos grave sea de por sí bastante alta.

Por lo pronto hoy iba en la combi viendo como un candidato a diputado y dos a senadores (que posaban junto al candidato presidencial de su partido) iban navegando con su mueca intacta a través del Rio Chiquito. Y luego que porque no se drena el agua de las lluvias y se indundan las colonias.

domingo, junio 18, 2006

San Antonio Carupo. GALERIA.









IZQ. San Antonio desde la autopista. DER. Jordi y su noble corcel, El Azul.









IZQ. Tiempo de crianza en Carupo. DER. Piedras grabadas.









IZQ. "Ceremonia"DER. The ultimate cowboy O_o


San Antonio desde los Palacios.
Hace mucho leí en algún lugar que, a diferencia de los de otros países (principalmente europeos), los pueblos de México parecen surgir de la tierra, son uno con ella; que no interrumpían el paisaje natural, sino que eran parte de éste. Esta vista me hizo saber lo que el autor quería decir.











IZQ. Los Palacios. DER. El Azul en merecido descanso. Al lado, la China.







Bajando del cerro.
Los muchachos con sus ofrendas bailando en las faldas del cerro.












IZQ. Ofrendas al hombro, y vámonos. DER. "A la tierra que fueres..."








IZQ.Hasta los caballos bailan. DER. Mojigangas.








IZQ. Acabándose los tacones. DER. Flores de asfalto.




Visiones etílicas. Monumento a la independencia, por aquí pasó Hidalgo cuando la insurrección de 1810. Para cuando pasamos por aquínos dimos cuento que lo mejor era ir a cenar si queríamos aguantar hasta que la banda dejara de tocar.

viernes, junio 16, 2006

La Alborada

Antes:

¿Qué hacíamos en San Antonio?
Los Palacios.
El Pino y la Flor.

Todo el jolgorio previamente relatado se llevó a cabo el lunes 12, pero el día de San Antonio de Padua es el 13, por lo que es evidente que el martes siguieron las festividades. En primer lugar, muy temprano la banda comienza de nuevo el recorrido por el pueblo, con todos los que se pudieron levantar de la fiesta anterior. Esta vez van recorriendo las casas donde haya un Antonio y les tocan con especial dedicatoria. La familia de la casa les ofrece a cambio un cafecito o más vino, cualquiera de los dos muy buenos remedios para la cruda (aunque habrá a quien todavía no se le corte la borrachera). Esto se conoce como la alborada.

Durante el día se lleva a cabo la misa en honor del Santo Patrón, y si hay los casos, los niños celebran el sacramento de la comunión por primera vez. Por supuesto, la capilla ha sido adornada previamente con hermosos lienzos blancos y morados, así como flores y hojas de pino, lo que le da al pequeño recinto un aroma muy particular y muy agradable.

Altar de la Capilla

Vista general de la capillas que las hacendosas muchachas se esmeraron en adornar.

Finalmente, por la tarde y hasta la noche se ofrece a la comunidad el baile, amenizado en esta ocasión con equipo de sonido que toca de todo para todos. Y la fiesta, otra vez, dura hasta que el cuerpo aguante. Insisto, quién fuera Santo para que en su honor se hiciera tanto.

Nosotros ya no disfrutamos de esta segunda parte, ya que el deber llamaba y emprendimos la graciosa huída a la dura realidad el martes despues de almorzar. Pero durante el almuerzo la china nos dio santo y seña de lo que estaba por ocurrir en su comunidad. Como lo oí se los cuento.

Mis agradecimientos públicos a la China y a su familia, que nos abrieron la puerta de su casa y nos atendieron de maravilla. Fueron tan gratas esas 24 horas, que amenazamos con volver... no sé cuando, pero hemos de volver.

Ver la GALERIA del viaje.


Relatos de otros pueblos:
Tingambato I
Tingambato II
Tlayacapan
Comala
Pátzcuaro

jueves, junio 15, 2006

Postdata

PASÉ.

El Pino y la Flor.

Antes:
¿Qué hacíamos en San Antonio?
Los Palacios

Ese lunes no éramos nosotros los únicos que andábamos en el cerro. Desde el fin de semana la mayoría de los muchachos y señores del pueblo andan en el cerro colectando flores. Pero no cualquier flor, no no no. Ellos van a cortar orquídeas, unas preciosas orquídeas moradas que, depende el año y las lluvias, pueden o no ser abundantes. Como este año empezó a llover pronto había bastante "lirio" como aquí le llaman, para la fiesta.

¿Y qué hacen con tanta orquídea? Cada varón lleva una vara, por lo general bastante alta, la cual forra en uno de los extremos con una gran cantidad de orquídeas. Los más animados llevan cruces forradas de flor. Otros bajan cargando ramas de pino. En todo caso, éstas son ofrendas florares que se ofrecen a San Antonio, con las cuales bajan del cerro a cuyo pie los recibe el pueblo con la banda por delante.

Ofrendas

La recolección se lleva mucho más arriba de donde nosotros quisimos (y pudimos) llegar. Es un esfuerzo que tiene su mérito. Nosotros pobres citadinos, subimos poco pero con eso tuvimos para llegar a casa de nuestra anfitriona en un estado de modorra morbosa persistente que parecía irreversible. Pero en realidad no era nada que un baño no pudiera remediar. Así que nos acicalamos y salimos junto con los chicas locales, que al grito de "antes muertas que sencillas" se emperifollaron al mas puro estilo duranguense, para ir a encontrarse con los muchachos al cerro.

Y aquí es cuando empieza la fiesta, porque a partir de entonces la banda toca una tras otra piezas típicas de nuestro campo michoacano, y una que otra adaptación de canciones de bandas famosas. Lo que sigue es ir con el santo y sus ofrendas baile y baile por las calles del pueblo, y como bailar da mucha sed, el agua hay que cuidarla y el refresco hace mal a los riñones, pues entonces hay que tomar vino (entiéndase tequila, ron, brandy, entre otros) y cerveza (no tienes que escoger). La banda se desperdiga entre la gente, y esto es el mejor ejemplo del "sonido envolvente" que la alta tecnología quiere lograr: Oyes la tambora por delante, el trombón y el clarinete a los lados y las trompetas por las espalda. ¿Qué más se puede pedir?

A ritmo de la tambora...

De vez en cuando la comitiva se detiene para gritar vivas al pino y la flor, y algún inspirado agrega vivas al pueblo, a su juventud y sus costumbres. Nosotros ni éramos de ahí, pero igual gritamos que sí, que viva y que viva, y que siga la banda porque si de algo teníamos ganas era de seguir bailando.

Si eres una muchacha con buen brazo, puedes pedirle a un muchacho su ofrenda, sin compromiso, nada más para también tú traer tu arreglo de lirios al hombro. Otro encanto de la fiesta son la mojigangas, esos monotes tamaño doble natural dentro de los cuales un bailarin muy aventando (porque lo hace casi a ciegas) danza de curiosas maneras por todo el pueblo. En este caso, todas las mojigangas eran llevadas por muchachas, que ante el peso de su encargo pedían trago de vez en cuando, y todo el que podía se los suministraba, no importa si fuera tequila o brandy o cerveza. Así como se imaginan que acaba alguien que revuelve tanto de todo, así exactamente acabaron, pero ni se notaba, porque desde el principio bailaban chistoso. Otro disfrazado de jinete con un caballito de trapo muy brioso anduvo también acompañando a la comitiva.

Mojigangas

Este jinete era de cuidado; con sus reparos
se andaba llevando a más de uno entre las patas.


Por poco y me olvido de mencionar que, si eres de los acomedidos que gustan de llevar al festejado en andas mientra la fiesta dura, es muy, muy probable que ese año contraigas nupcias, por lo cual nosotros nos abstuvimos de participar tan activamente. Hay cosas que es mejor no forzar.

La fiesta del día 12 acabó tan tarde que ya era temprano otra vez, y si yo fuera un santo y me festejaran así no podría tener queja alguna del pueblo al que apadrino. Y es que qué mejor que una celebración donde la gente te trate como al mejor de sus compadres, con esa naturalidad y algarabía, sin falsos tapujos ni remilgos, si no con toda la idea de que el Santo hombre se sienta como de la familia. Eso sí es cariño, cómo no.

Continúa en La Alborada

martes, junio 13, 2006

Los Palacios de San Antonio

Relatos previos:
¿Qué hacíamos en San Antonio?


Todo lo que es y lo que existe tiene un antecedente. Si uno escoge un lugar para vivir no veo por qué no lo harían otros antes.

San Antonio está en un valle muy fértil, dicen. Eso es algo muy atractivo para cualquiera. No es raro entonces que en el mismo lugar en el que ahora viven los parientes de la China se hubieran asentado primero otros grupos, que construyeran en las laderas de los cerros grandes palacios con piedra laja, con todo y su juego de pelota.

Este pequeño pueblo alberga los restos de lo que alguna vez fue una comunidad de los Tecos, grupo étnico proveniente de Jalisco con los que de rato en rato armaban agarrones los purépechas. Todo sea por la tenencia de la tierra, que en ese entonces el agua limpia era abundante. Para llegar ahí hay que aventarse una caminata de poco menos de una hora entre arbolitos, arbolotes, nopales con tunas y nopales con xoconostles, matorrales y vacas celosas de sus becerros. Por suerte, El Azul, un caballo muy noble tuvo a bien llevar a dos de nosotras hasta nuestro destino (yo, por ser primeriza y no saber dirigirlo, iba en ancas y a pelo... ni les cuento como quedó mi pantalón de sucio y yo de adolorida).

Una vez en el sitio, y después de tomar un litro de agua cada quién, nuestra anfitriona nos explica que la gente le llama Los Palacios, en referencia a su aparente función, nos dice qué estructura es qué y nos enseña unas cuantas piedras con grabados en forma de caracol y otras figuras que solo un antropólogo con mucha imaginación sabrá interpretar. El lugar está lleno de vegetación, no hay ningún letrero ni indicación y no se ha reconstrido nada: es decir, el INAH no se ha parado por aquí, la UMSNH ni se diga. La comunidad se ha encargado de cuidar y no destruir la pista de un pasado del cual nadie más se ha querido ocupar. Algunos antropólogos y estudiantes nacionales y extranjeros han venido a ver y fotografíar como parte de trabajos de tesis. De ahí en más, nada. Muy mal.

Antes de comer y para agradar a los ancentros, decidimos hacer un sacrificio. A falta de corderos u otros animales cuya sangre fuera preciada a los dioses, pensamos que nuestro único compañero varón debía ser cubierto de tal honor y gloria. Sin embargo, al final lo dejamos libre, pues no podíamos asegurar fuera un ejemplar inmaculado, como debe ser para estos fines.

Entonces nos dimos cuenta de que el hambre estaba haciendo efecto en nuestras cansados y asoleados cuerpos. Como siempre, llevamos más comida de la necesaria, pero más vale que sobre a que falte, que el recalentado siempre sabe más rico. A un lado de los palacios nos dimos a la tarea de juntar leña para encender una hoguerita cuyas cenizas serían la fuente de calor y sabor de nuestros tacos de papa y frijoles, según una costumbre local. Y pueden creerlo o no, pero sí sabían muy ricos.

Una vez comidos y descansados emprendimos el regreso. Esta vez la China iba a caballo y nosostros a pie. como siempre, el camino de regreso parece más corto y todo aparentaba ir bien. Pero antes de llegar al pueblo, yo tenía que llevarme un recuerdo imperecedero de este sitio, y un insecto volador con venenoso aguijón se encargó de que así fuera. Arremetió directo contra mi nuca y me provocó un ardor como nunca lo había sentido en mi vida. Imagino que fue una avispa, porque las abejas ya me picaron y no se siente tan feo. Compañeros al rescate, pelliscón de por medio. Fani tomó hojas de un árbol cuyo nombre no recuerdo y dio instrucciones de que me aplicara la savia lechosa que salía de los tallos. "Tiene propiedades antihistamínicas", dijo. Toda una química ella.

El ardor se desvaneció de a poco. Me quedó un roncha endurecida de 1cm de diámetro, más o menos, que también desapareció más tarde. Cuando llegamos a casa de Fani, luego de un baño, estábamos como nuevos para la fiesta. Y a la fiesta fuimos, pero es cosa de otro post.

Los Palacios: Estructura para el Juego de Pelota. Se puede ver un espacio rectangular más bajo que el resto del terreno alrededor. En los costados se observa, entre la hierba, unas escaleras

Piedras grabadas

Estructura que al parecer era la base de otro palacio. La que seve en la esquina inferior izquierda forma parte de la base más grande, y tal vez la más importante.

Taquitos cenicientos... mmm.

También comimos nopales recién cortados de la penca y asados en las brasas.

Continúa en El Pino y La Flor

Yo fui a San Antonio

Aunque aquí también se juega mucho al basquetbol, no es este San Antonio el hogar de los Spurs. No, no, no. Aquí también saben hablar inglés y cada vez hay más ciudadanos americanos (o al menos residentes) , pero éste San Antonio es bastante mexicano.

Está muy lejos de Texas, pero muy cerca de Morelia, en el municipio de Penjamillo y su nombre completo es San Antonio Carupo (carupo fue un animal parecido al guajolote, que parece que ya no lo crían más). Es evidente que el santo patrón de esta localidad es San Antonio de Padua, cuya fiesta es precisamente hoy, 13 de junio (felicidades a todos los Antonios, yo no conozco a ninguno... al menos no que frecuente mucho).

Mucha gente de aquí migra a las ciudades cercanas y al no tan cercano país vecino del norte, en busca de trabajo y estudios. Una de esas personitas es la ya muchas veces mencionada Fani, alias La China, compañera de andanzas, muchacha orgullosa de su pueblo que tuvo a bien incitarnos a escaparnos del trabajo con el fin de ir a atestiguar que todo lo que nos había contado de la fiesta del santo patrón era cierto y no inventos de su imaginación, y de que las fotos que nos había traído no estaba alteradas, sino que eran pruebas fehacientes de una florida realidad.

Y allá fuimos. Con la venia de nuestra jefa, hicimos san lunes cuatro monitos y nos dimos a la fuga en dirección a Guadalajara, por autopista. Daría el dato del kilometraje y el tiempo hecho, pero ya que no era yo chofer ni copiloto me entregué al dulce placer del sueño lo que duró el viaje, mientras no me despertara el pendiente de encontrar la salida del camino que nos llevaría a San Antonio (que no sirvió de mucho, porque tenía las instrucciones totalmente revueltas en mi cabeza).

Muchas fueron las cosas que hicimos para las escasas 24 horas que anduvimos por allá. Nos cansamos mucho, pero nos divertimos mucho también. Y lo que sigue serán relatos de lo que cuatro flores de asfalto (bueno, tres flores y un...¿musguito?) vivieron como huéspedes en un pueblo que le cantaba las mañanitas a San Antonio.


San Antonio Carupo desde la autopista. Rodeado de verde.

El estado no ha puesto señalamiento, así que los del pueblo tomaron sus medidas.


Continua en Los Palacios



jueves, junio 08, 2006

Por fin.

No hay día que no llegue ni plazo que no se cumpla. Este miércoles presenté mi exámen, aquél que despertaba en mí complejos felipillescos, especialmente tres seguntos antes de dormir. Afortunadamente a diferencia de antes, cuando el cuerpo era más joven y aguantaba las noches en vela, a diferencia de entonces en cuanto cierro mis ojos mi conciencia se apaga sin mayor trámite y el sueño profundo no me permite sentir más culpa.

Sin embargo, tres segundos de angustia por noche siguen siendo muchos, además de que conforme pasaban los días esos tres segundos se iban acompañando de más y más horas diurnas. Es que además, no importa lo que se estudie, nunca se estará listo para ningún exámen de admisión, a lo que sea.

Ayer presenté mi exámen, decía yo, y no fue la muerte. Pudo haber sido mucho peor. En menos de una semana sabré las consecuencias de mis actos, al menos los relacioneados con la tan mencionada evaluación.

Lo pienso, y me dan ñáñaras, muchas.

domingo, junio 04, 2006

Fuga de tiempo...

Sigo buscando el tiempo que está de más en esta vida... y sigo sin encontrarlo.

A mí los minutos, horas y días se me siguen escapando como agua escurridiza entre las manos.


Simplemente no tengo remedio.

Y todavía quiero ir a ver la expo de Da Vinci y la Música... Digo, hay que aprovechar que Morelia es el primer lugar de América que la alberga. ¿Alguien puede transferirme un días extra?
 
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