viernes, septiembre 21, 2007

Chismografía: Cómo inventar una vida.

El rumor es indecente, poco noble y signo de bajeza, según las buenas conciencias; es, sin embargo, indispensable. Pocas personas han estado excluidas de un rumor, bueno, malo o escandaloso. Casi nadie ha evitado colaborar en la generación de uno: poco o mucho, sin ninguna intención o con toda la malicia.

El rumor comparte las caraterísticas del mito y la leyenda. Es muy probable que incluso éstas tengan su origen en su hermano menos sofisticado. Se transmite inicialmente de manera oral, y dependiendo de su alcance o de la calidad social de los personas u objetos implicados, el rumor podrá alcanzar la gracia de ser transmitido por escrito, cosa harto fácil en estos tiempos, donde además una imagen incierta puede acompañar el deformado relato, haciéndolo más interesante, y ser difundido incluso via red.

Como la leyenda, el rumor mezcla sin mesura lugares, personas y eventos reales, con una serie de detalles ficticios que llevan la anécdota a un nivel fantástico. Con el tiempo lo ficticio supera a lo real y todo el mundo se cree enterado de hasta el más mínimo detalle de algo que nunca pasó. Como el mito, el rumor se genera para explicar el origen de las cosas, cosas que de otra manera no entenderíamos, aunque en realidad sean cosas que no tendrían por qué ocupar nuestro tiempo. Un rumor bien manejado debe ser rápidamente difundido, pero con la suficiente discreción como para que el o los involucrados sean los últimos en enterarse, aún cuando hasta aquél que se sienta junto esté al tanto de todo.

¿Por qué el rumor, el chisme vil, es producido con tal diligencia? A excepción de unos cuantos ilustres a los que las vanalidades diarias les tienen sin cuidado, el resto de los mortales hemos participado en la generación y divulgación de al menos un chisme. El rumor se produce con particular eficiencia en los sitios de trabajo con horarios intensivos, como la industria, los hospitales y, por supuesto, los centros de investigación. Aunque también se da muy bien en centros burocráticos. En estos sitios se convive siempre con la misma gente, a veces todo el día, todos los días, y todo gira en torno a un intinerario infinitamente repetido. Los temas de conversación para la hora de la comida se agotan pronto y entonces, la gente se vuelve creativa. A veces, demasiado.

La vida real se torna entonces tan monótona y gris que las habilidades literarias y de cuentacuentos de todos se expresan para llenar de colores y dinamismos imaginarios la existencia de todos los otros. El chisme es pues un divertimento, una válvula de escape, es ese mundo alterno que nos hace olvidar un poco el mundo real que no es siempre tan grato ni tan emocionante.

Desaparecerá primero la raza humana que el chisme. Mientras cada persona viva colaborará en la creación de vidas alternas y tendrá, ella misma, cualquier cantidad de opciones existenciales, aunque tal vez nunca lo sepa. No es pues sano detenerse para evitar que hablen, finalmente, si ladran los perros, será señal de que se va avanzando.


martes, septiembre 04, 2007

Primer aniversario

El tiempo no es mas que la sucesión de los hechos… pues bien, ha sucedido que la Tierra dio una vuelta completa alrededor del sol desde que vine dar a este llano infinito con toda la intención de aprender hasta lo que no imaginé de biología molecular.


Recuerdo bien que en ese entonces no tenía idea del proceso que me esperaba. Todo era incertidumbre e ilusiones. Todo era un sueño que trataba sobre indagar los secretos más íntimos de la vida, un ideal adornado con la cereza de un beca cuyo monto era mayor al de los salarios que obtendría como química laboratorista.


Un año pasó, y las lecciones aprendidas fueron muchas. Por ejemplo, lo periodos de adaptación pueden ser suprimidos y no hay nada mejor para evitar la nostalgia por el hogar y la pareja que un examen el primer día de clases, una buena tanda de artículos que revisar y tareas que llevar a cabo en tiempo récord. También te das cuenta que aquí no hay lugar para el ego. No importa que tan bueno hayas sido en la licenciatura, aquí no eres nadie, hasta que demuestres lo contrario.


El posgrado siempre te alienta a rebasar tus límites: tu dosis diaria máxima de cafeína, por ejemplo, o la cantidad mínima de horas a la semana que requieres para dormir, la cantidad de palabras de inglés que conoces (aún si no llevaste un curso formal de inglés), tu capacidad de tolerar el fracaso, o la crítica. La dependencia a los fines de semana, días feriados y vacaciones se elimina por completo.


La velocidad con la que haces las cosas también aumenta, especialmente en cuanto se refiere a procesos de modificación corporal como cambios de peso, formación de ojeras y envejecimiento en general.


Y claro, si en la licenciatura aprendiste a hacer bromas que sólo los de tu carrera entendían, durante el posgrado el contenido de tus bromas se volverá tan especializado que solo los diez monos de tu laboratorio las entenderán. El posgrado es, pues, una manera de volverse elitista.


Todo esto suena muy rudo, cierto, pero la verdad ha de ser dicha. Sin embargo, este es el camno que elegí y en realidad me gusta. Lo que aprendes, lo que observas, los que haces es tan fascinante que vale la pena. Lo vale… sí... Lo vale… lo vale...

En las nubes...

Ya he dicho que no me gusta el cielo azul, porque es sinónimo de sol intenso y calor agobiante. Pero esa no es la única razón por la que no me gusta el cielo azul.


Se que sonará extraño, pero, ¿para qué es este espacio sino para vaciar las ideas mas retorcidas que se generen en mi revuelta mente? Así que explicare mis motivos. El cielo azul no tiene obstáculos visibles entre al tierra el espacio, como no sea la inmensa capa de gases que es la atmósfera; luego entonces, es la imagen más clara del infinito. No hay nada visible entre mi mortal y terrestre ser y el resto del universo. Es como estar en una casa a la que una tormenta le ha arrancado el techo. Me siento entonces descobijada, destapada, vulnerable, además de infinitamente pequeña: El cielo azul es una vista directa la infinidad del cosmos, no hay límite. El cielo nocturno puede brindar la ilusión de un manto gracias a los objetos celestes que aparentan estar todos a una misma distancia (por algo nuestros antepasados idearon el plano celeste). Pero en el cielo azul no hay nada, ni una sola referencia. Es un abismo.


En cambio el cielo lleno de nubes, además de traer consigo más bajas temperaturas, sombras y frescas brisas (en la mayoría de los casos), también tiene la bondad de ser un límite más cercano a la tierra. Es casi tocable, con un poco de imaginación (o de dinero, para comprar un boleto de avión). Cuando el cielo se encuentra perfectamente cubierto de nubes, mi casa está completa e íntegra, estoy a salvo del exterior, y mi ser no tiene que ser comparado con la enormidad del todo.


Si todo el año estuviera por lo menos parcialmente nublado, ya sea con las nubes blancas de medio día, las grises de tormenta o media tarde, o las coloridas nubes del amanecer y del crepúsculo, con cúmulos, cirros o nimbostratos, si todo el año estuviera por los menos parcialmente nublado, decía, yo no tendría queja alguna. Pero el mundo necesita de la luz del sol, aunque a mí me salgan ronchas.

 
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