sábado, mayo 26, 2007

Madrugar...

Alguna recompensa tenía que tener levantarse para llegar a las siete de la madrugada al laboratorio:

La otra recompensa es que el experimento salga... bueno... este... ¿dije que la visión de este enorme y rojizo disco solar se debió a la quemazón de amplias extensiones de pastizales, que como en tiempo de cosechas, ensuciaron el aire llenándolo de partículas suspendidas? Lástima.

Pura parranda...

Hace ocho días fue el cumpleaños de dos personas de reciente inclusión en mi vida. Dos chicas tan distintas la una de la otra que no sé si algún seguidor de horóscopos podría explicarme tales diferencias siendo que ambas nacieron prácticamente al mismo tiempo.

Una de ellas es mi cohabitante en la casa que me aloja desde que llegué a Irapuato. Su nombre es Fátima, tarda una hora en maquillarse por las mañanas, tiene kilos y kilos de ropa, le gusta mucho bailar, especialmente en los antros nice. Su segundo pasatiempo es dormir y sufre mucho cuando no puede (pena que compartimos). Es muy simpática y si de cumpleaños se trata la fiesta tenía que ser en grande, en el antro de moda por supuesto.

La otra chica es Erandi, una moreliana completamente loca pero adorable. Es una niñota cuyo principal pasatiempo es leer, y luego bailar. No le interesa demasiado la ropa y apenas se maquilla. Le chocan los antros fresas y prefiere los bares con música en vivo y donde despues se pueda bailar de todo, no solo electrónica. Si ponen algo de ska, es feliz. Ella es una de mis hermanas putativas y por supuesto que no podía faltar a la noche de desmanes que pretendía generar para celebrar su cumple.

Ninguna de las dos cumplañeras festejaría en fin de semana, lo pasarían con sus familias. Luego entonces, ambos festejos ocurrirían el mismo día, viernes 18 de mayo, en distintos lugares... ¿qué hacer? Sacrificarme e ir a ambos eventos, por supuesto.








La fiesta de Fatima (azul) fuen en el bluh! antro fresa irapuatense donde toda la crema y nata de varias generaciones de estudiantes de posgrado nos dimos cita para olvidarnos de todo lo que tuviera que ver con biotecnología o ingeniería genética. De repente hasta podríamos pasar por gente normal con trabajos de verdad, ¿cierto?


Dando las doce emprendí la retirada, junto con David y Conchis (quienes también conocían a ambas festejadas) hacia el Trinx un mas bien de medio pelo, pero con un grupo en vivo muy bueno y que además como sus moños son menos la banda pudo compartir con la peque un delicioso pastel de chocolate (¿quién dijo dieta, eh chicas?)










Cuando llegamos nos dimos cuenta que Era había decidido mostrarnos de los que es capaz cuando se lo propone. Fuera complejos, un poco de maquillaje, a enseñar pierna y voilá: ¿A poco no se ve bella ella?










Tanta fue la impresión que los chicos decidieron competir para ver quien le bailaba mejor a la hermosa festejada. Ella se dejó querer.


La familia completa pasó una noche de maravilla, intoxicando de nuevo a las recién desintoxicadas. Después de 10 días de solo frutas y verduras, ¿cómo les caería una noche de alcohol pastel y botana? Parece que ella son muy adaptables pues a la fecha no he sabido de transtornos debido a los excesos de esa noche. Eso sí ellas se desquitaron: Cuando la cerveza fue insuficiente y el antro cerró, aún teníamos cuerda, así que fuimos al departamento de las Acacias a seguirla con dos de tequila... y una tanda de zanahorias crudas, porque era tiempo de que nos integráramos a las Jornadas Irapuatenses de Desintoxicación de Estudiantes de Posgrado, 2007.












Ya, sé. NO SOMOS GENTE NORMAL. Afortunadamente.

martes, mayo 15, 2007

15 de Mayo: Recuerdos de la infancia.

Ser hijo(a) de maestro tiene pros y contras. Por ejemplo: la escuela sigue en tu casa y los fines de semana. Te hacen escribir en cursiva más de lo normal y te enseñan a dividir antes que a tus compañeros. Puede ser que te sientas muy orgulloso de eso y andes con el ego infantil (más grande que el de ningún adulto) todo inflado cuando saques tu 10 en matemáticas con aquella facilidad. Si tus papás tienen el mal tino de inscribirte en la misma escuela en la que trabajan... sufre: todas las maestras te conocen y no puedes portar mal. Tus compañeros se comportan contigo según les convenga: unos son bien buena onda porque tu mamá le dió clase y les caía bien, y otros se dedican a hacerte bromas y a jalarte el pelo por "sangrona" (cuando sangrona solo significa que tienes influencias). Habrá también alguien con quien hayas tenido un pleito infantil y diez años después diga lo horrible que fuiste cuando despues de gritarle, tú y la nieta de la directora, haciendo hábil manejo de lo que ahora se conoce como tráfico de influencias, amenazaron con acusarle con los parientes poderosos si se quejaba del mal trato, aún cuando tu no recuerdes que alguna vez hayas sido tan miserable.

Ah, claro, dije que también había pros: por ejemplo, que la señora de las tortas o la de los dulces te fiaba en el recreo, que al cabo tu mamá le pagaba después. Que si te enfermabas no tenías que esperar a que fueran por tí para sacarte. Bastaba que tu dulce madre pidiera permiso un momentito para llevarte a casa. Podías entrar a ese salón de profesores que suele ser un misterio para el resto de los alumnos, y aunque te dabas cuenta que no era nada especial, podías sentir la sensación de ser privilegiado. Ser hijo de maestro, cuando tus padres trabajan en la misma escuela a la que tú vas a clase acaba siendo pues un símbolo de estatus.

Lo malo, lo verdaderamente malo, es que uno de tus padres sea tu maestro. Horror peliculesco. Ellos serán más rudos y exigentes contigo que con cualquiera, no puedes renegar ni pensar en renegar si quiera. Nunca te dirán que algo está bien con la misma efusividad que se lo pueden decir a otro. Y lo peor, es que nunca será suficiente para que tus compañeros dejen de verte como el hijo del maestro y eso, no es precisamente el mejor mote del mundo.

Pero el día del maestro en casa de profesores es lo mejor de todo: Convivio en tu salón un día antes, no tienes clases el mero día. Tus papás no te molestan en casa porque están en el desayuno o comida organizada en su honor, y regresan contentos llenos de regalos, listos para verse espléndidos con uno.

A mis señores progenitores, anti-marchistas y anti-extremistas, forjados en el rancho y recompensados con la Carrera Magisterial, buenos maestros ellos, felicidades. Ojalá que hoy también hayan recibido muchos regalos, aunque ya no esté ahí para disfrutar los efectos secundarios.

Abrazo.

sábado, mayo 12, 2007

Ellas están locas.

Imaginemos qué pasa cuando se juntan una norteña, madre putativa de ocho guangos de toda la república que además fue designada tía de dos yucatecos atípicos, seguidora del new age y cuanta corriente purificadora del alma y el cuerpo pueda presentársele; ella, junto con una chica que bien podría ser un duendecillo encantador del bosque, que por error no nació hippie de los sesenta o gitana del siglo pasado (o tal vez sí y reencarnó en estudiante de posgrado); ellas y una moreliana atípica por completo, que es en una palabra una niñota, que explora el mundo con la misma curiosidad que un gato pequeño y que entre sus recuerdos hermosos recientes incluye haber visto cuarenta vacas en un carrusel ordeñador (no pregunten).

Agreguemos ahora que estas tres chicas nada normales ingresan a un programa de posgrado en biotecnología, y comienzan a sentir los estragos del estrés de este estilo de vida. Como condimento, hagamos notar que viven en un mismo departamento, sin tele y sin internet. Resultado, sus cerebros alterados comienzan a ser creativos... sí, puede ser peligroso.

Desintoxicación es la palabra clave. Tanto estrés y mala alimentación durante los cursos generó los clásicos cuadros clínicos de los estudiantes de posgrado: colitis, gastritis, transtonos del sueño e irritabilidad cíclica.

Purificar el cuerpo es la encomienda. Entre más extremo mejor, supongo. Y luego, el toque mágico que faltaba. El dato que necesitaban: la dieta de desintoxicación más efectiva de todos los tiempos (como lo son todas las dietas, por supuesto). Ahora ellas solo comen un tipo de fruta al día por 5 días, y un solo tipo de verdura al día por otros 5 días. Diez días de pastura, de vegetales , sin carne ni grasas ni... sabor...

Ella es mi madre putativa (sí, yo soy parte de la familia de 8 hijos), ellas son mis queridísimas hermanas. Las quiero, las apoyo en la mayoría de sus locuras. Pero dejar de comer como mi estómago manda no será nunca algo que pueda hacer.

Si saben de esta dieta, están a favor, en contra o son morbosos y quieren saber como tres estudiantes de posgrado pretenden aguantar su condición comiendo solo peras, pueden saber más y dejar sus comentarios en http://mexicanhealthidol.blogspot.com/ (disponible desde ahora en la sección de links).

Con esta gente me junto... ¡y así las quiero!

jueves, mayo 10, 2007

Ay, no... es mayo.

Estoy sentada en una mesa de un laboratorio que no es el mío, pensando que tendría que estar trabajando, pero me siento abrumada por horribles 30ºC a pesar de que son las 8:40 de la noche. Noche naciente, cierto, gracias a un decreto presidencial que atrasó el atardecer una hora, pero noche al fin, que debía ser más fresca que treinta grados Celsius.

Mis propiedades organolépticas, a diferencia de otras etapas de mi vida (entiendase, desde mi nacimiento hasta hace solo un año), empiezan a deteriorarse con las altas temperaturas. Si sigo a este paso terminaré convertida en una viejita olorosa y casacarrabias gracias al terrible calentamiento global. Este tan llevado y traído fenómeno consecuencia de la vida consumista y derrochadora que dos (¿o tres?) generaciones de seres humanos hemos llevado, además de acabar con bosques y polos, desaparecer islas paradisiacas y generar la extinción de anfibios y, por ende, la proliferación de insectos (según cuenta el buen biólogo Vidal Limón), además de todo esto el calentamiento global, decía yo, tiene la no menos terrible propiedad de generar mi mal humor y la sensación que no quepo dentro de mi propia frontera epidérmica (de la cual ya he hablado antes).

Mayo es en particular un mes caliente... horrible y pegajosamente caliente. No me gusta mayo. En Morelia es el mes de la canícula, como (si no me equivoco) lo describió José Rubén Romero cuando contaba cómo al buen Pito Perez se le fue la vida entra cantinas, celdas y decepciones. Nunca pude acostumbrarme. Pero Irapuato... ¡ay, Irapuato! Es una grosería, una mentada, una ofensa para mi termostato mal ensablado de anglosajón nórdico. ¡Sudo! ¡Yo NO sudaba! Me podía cocer, podía tener cierta sensación de humedad en los plieges (...) pero sudar, lo que es sudar ¡NUNCA! Hasta este honorable 2007 en el que mi humanidad se vió sometida a un estímulo tan fuerte... que no pudo contener más la salitrosa secreción.

Ay mayo... lo bueno que ya solo te quedan 21 días (sí, ya son menos), y ojalá que llueva pronto.

Postdata-sin-relación-alguna: FELIZ DÍA DE LAS MAMÁS. A la mía la veo hasta el sábado, ese día tal vez escriba algo al respecto.
 
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