martes, mayo 15, 2007

15 de Mayo: Recuerdos de la infancia.

Ser hijo(a) de maestro tiene pros y contras. Por ejemplo: la escuela sigue en tu casa y los fines de semana. Te hacen escribir en cursiva más de lo normal y te enseñan a dividir antes que a tus compañeros. Puede ser que te sientas muy orgulloso de eso y andes con el ego infantil (más grande que el de ningún adulto) todo inflado cuando saques tu 10 en matemáticas con aquella facilidad. Si tus papás tienen el mal tino de inscribirte en la misma escuela en la que trabajan... sufre: todas las maestras te conocen y no puedes portar mal. Tus compañeros se comportan contigo según les convenga: unos son bien buena onda porque tu mamá le dió clase y les caía bien, y otros se dedican a hacerte bromas y a jalarte el pelo por "sangrona" (cuando sangrona solo significa que tienes influencias). Habrá también alguien con quien hayas tenido un pleito infantil y diez años después diga lo horrible que fuiste cuando despues de gritarle, tú y la nieta de la directora, haciendo hábil manejo de lo que ahora se conoce como tráfico de influencias, amenazaron con acusarle con los parientes poderosos si se quejaba del mal trato, aún cuando tu no recuerdes que alguna vez hayas sido tan miserable.

Ah, claro, dije que también había pros: por ejemplo, que la señora de las tortas o la de los dulces te fiaba en el recreo, que al cabo tu mamá le pagaba después. Que si te enfermabas no tenías que esperar a que fueran por tí para sacarte. Bastaba que tu dulce madre pidiera permiso un momentito para llevarte a casa. Podías entrar a ese salón de profesores que suele ser un misterio para el resto de los alumnos, y aunque te dabas cuenta que no era nada especial, podías sentir la sensación de ser privilegiado. Ser hijo de maestro, cuando tus padres trabajan en la misma escuela a la que tú vas a clase acaba siendo pues un símbolo de estatus.

Lo malo, lo verdaderamente malo, es que uno de tus padres sea tu maestro. Horror peliculesco. Ellos serán más rudos y exigentes contigo que con cualquiera, no puedes renegar ni pensar en renegar si quiera. Nunca te dirán que algo está bien con la misma efusividad que se lo pueden decir a otro. Y lo peor, es que nunca será suficiente para que tus compañeros dejen de verte como el hijo del maestro y eso, no es precisamente el mejor mote del mundo.

Pero el día del maestro en casa de profesores es lo mejor de todo: Convivio en tu salón un día antes, no tienes clases el mero día. Tus papás no te molestan en casa porque están en el desayuno o comida organizada en su honor, y regresan contentos llenos de regalos, listos para verse espléndidos con uno.

A mis señores progenitores, anti-marchistas y anti-extremistas, forjados en el rancho y recompensados con la Carrera Magisterial, buenos maestros ellos, felicidades. Ojalá que hoy también hayan recibido muchos regalos, aunque ya no esté ahí para disfrutar los efectos secundarios.

Abrazo.

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