Si algo tiene Irapuato en exceso son pájaros. En mi vida había visto tal cantidad de aves en un solo lugar. Y es que alrededor (e incluso en algunos sitios al interior) de la ciudad abundan los campos de trigo y sorgo, lo cual debe ser muy atractivo para una parvada de cientos (¿miles?) de pájaros (todos de apagados colores) que ve aquí un paraíso de cereal y semillas en abundancia.
No se puede andar en la calle a partir de las seis de la tarde, porque todo es un desconcierto de canto de pájaros, nada melodioso y solo comparable con el ruido de los autos a hora pico sobre los cuales vuelan. Ni qué decir del miedo que inspira caminar por una calle sobre la que un momento sí y otro (más corto) no, surge de la nada un río de plumas y picos interminable amenazando con descargar lo que su organismo ya no desea conservar más.
A partir de esa hora los árboles tienen una dinámica más parecida a un hormiguero, y los cables de luz, teléfono y televisión se ven invadidos por estos especímenes creando un paisaje tan escabroso que cualquier fan del señor Hitchcock podría sentirse amedrentado.
Algún día tomaré una foto. Cuando tenga cámara.
1 comentarios:
anda la osa quiero ver eso >.< matenlos UUUUUUUUUUUUH
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