martes, julio 18, 2006

Y sin embargo se mueve...

Y vaya que si lo hace. La humanidad podrá proclamarse con el derecho de habitar la región que le venga en gana, ya sea por razones históricas, económicas, o por vil vanidad y egolatría (¿quién dijo que no se puede vivir en los polos, en el desierto, sobre el mar en una isla artificial? ¿quién?). Podremos esgrimir los más complejos argumentos, las más ridiculas escusas y las mas forzadas razones, pero la verdad es que al ente que es nuestro planeta, cualquier cosa que digamos le viene valiendo un soberano cuerno.

La Tierra sigue su curso, cumple su ciclo, se ajusta a las modificaciones extremas que hemos provocado y continúa su existencia sin el menor miramiento a cualquier asentamiento humano, estructura fabulosa o maravilla arquitectónica. Si las placas tectónicas tienen que chocar, por inercia de miles de años de lento desplazamiento, entonces simplemente lo van a hacer y no hay poder humano que lo evite. Con este tipo de cosas solo podemos esperar que no nos toque. Esto es vil azar (o caos, que los matemáticos están determinados a predecir en lo posible).

Pero si algo bueno tenemos los humanos (aunque por ello hayamos tenido que comer con el sudor de la frente y tener hijos con dolor) son las ganas de conocer y saber todo, de buscar patrones y predecir eventos de manera precisa y sin charlatanerías síquicas. Y movimientos telúricos como los que pasaron en la Isla de Java pudieron preveerse.

Los gobiernos pudieron (y pueden todavía) formar estructuras físicas y de servicios que permitan actuar con prontitud para perder la menor cantidad de vidas posibles ante eventos naturales, tan libres de malicia, como es un reacomodo terrestre; para que un aviso de 45 minutos de antelación, alcance si quiera para evacuar las zonas más cercanas a las costas, o para a que la atención de tantos heridos, damnificados y desplazados sea más efectiva. Lo mismo para quienes deben vigilar el bienestar de poblaciones que 6 de 12 meses al año se la pasan inundados por lluvias constantes, huracanes y otros fenómenos.

Sin embargo no es así, aquí y en la mayoría de los países, los gobiernos se preocupan de que la gente los recuerde por alguna obrilla por ahí, por un buen discurso, para que nadie se fije en la tajada de bien público que se adjudican cada periodo. Quienes quieren gobernar están más preocupados por ser el gallo más gallo antes que por proponer soluciones verdaderamente útiles. Otros, que no tienen suficiente con las desgracias naturales, deciden convertirse en una fatalidad en sí creando guerras a diestra y siniestra, prolongado círculos viciosos de guerras de mil años.

Lo único que digo es que el planeta va a seguir su camino, caigamos o no en cuenta de ello, y mientras sigamos esforzándonos más en perder nuestro tiempo en pequeñeces va a pasar menos tiempo del esperado de aquí a que el planeta vuelva a la infinita calma que implica no poseer ninguna forma de vida "inteligente".

Fin.

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