Cuando era niña, ya lo he dicho, me gustaba la materia de ciencias naturales y me gustaba ver las estrellas. Un día ví en un microscopio una tela de cebolla teñida de azul, y pude ver su células rectangulares. Emocionable como soy desde siempre, eso fue suficiente para mí y creía que de grande iba a hacer algo que me permitiera estar usando todo el tiempo un microscopio. Casi. Nunca, en cambio, vi a través de un telescopio. Quién sabe qué hubiera pasado. Aunque mis pretensiones de ser astronauta o, de perdis, astrónoma duraron hasta mi adolescencia, al final la atracción hacia a lo microscópico fue mayor.
En días pasados se celebraron los 400 años de que Galileo Galilei mostrara a los venecianos su entonces nuevo telescopio. Gran aniversario. Pero no me voy a poner a escribir la historia que ya está en todos lados; tampoco pondré un anecdótico post al respecto porque, como ya dije, todavía me falta ver por un telescopio. Pero alguien llamado Facundo Alonso sí lo ha hecho y escribió un bonito post al respecto en su Replicador de Sueños. Vayan y leánlo, digo, si les place.
Y bueno, qué mejor para celebrar este aniversario que la nota de un planeta recién descubierto, que además de ser enorme, está muy cerca de su estrella y gira alrededor de ésta a velocidades inusitadas, cosas que es muy improbable que sucedan todas juntas y destinan al gran planeta a morir estrellándose en su sol más temprano que tarde, según dicen los que citan a los que dicen que saben. Por eso, el no tan dichoso planeta sorprende a los estudiosos de una ciencia que inició hace 400 años, cuando Galileo mostró a los venecianos su nuevo telescopio.
Nota rijosa: Año bonito y lleno de aniversarios para la ciencia. Lástima que entre tanto festejo sea ese el rubro al que le quiten presupuesto, recortando desde apoyos a investigadores hasta becas para estudiantes.
Y bueno, qué mejor para celebrar este aniversario que la nota de un planeta recién descubierto, que además de ser enorme, está muy cerca de su estrella y gira alrededor de ésta a velocidades inusitadas, cosas que es muy improbable que sucedan todas juntas y destinan al gran planeta a morir estrellándose en su sol más temprano que tarde, según dicen los que citan a los que dicen que saben. Por eso, el no tan dichoso planeta sorprende a los estudiosos de una ciencia que inició hace 400 años, cuando Galileo mostró a los venecianos su nuevo telescopio.
Nota rijosa: Año bonito y lleno de aniversarios para la ciencia. Lástima que entre tanto festejo sea ese el rubro al que le quiten presupuesto, recortando desde apoyos a investigadores hasta becas para estudiantes.
3 comentarios:
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Pues yo tengo uno pequeño en mí casa. Sí alguna vez andas por acá, lo pongo para que espíes aunque sea a mis vecinos. XD
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:O ¡Qué padre! Te voy a caer un día de aquellos (de estos no porque está cañón, pero un día... un día...)
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