jueves, diciembre 13, 2007

Gringaderas

Hoy amaneció haciendo frío, un frío mas propio de la temporada. A las 10 horas con treinta y tres minutos estamos a 18ºC , con un muy bonito cielo a medio nublar. ¿Qué les cuesta? En este clima tan propio para mí, surgieron desde mis adentros (puesto que tengo muchos, debido a lo complicado de mi personalidad) ganas de escribir mientras que corre un gel y a pesar de que la gente a mi alrededor trabaja como hormiguitas, como yo también debería. I should have diré después, pero mientras escribiré un poco.

Hoy toca turno al tema de las cenas navideñas, solo porque sí y porque en el radio no hay otro tema y yo, tan suceptible, manipulable y poco original, no puedo pensar ya en otra cosa. Recuerdo por ejemplo las cenas en casa de mi abuela, que me heredó además de la predisposición a la diabetes su primer nombre. En ese entonces, cuando todavía toda la familia se reunía con sus mejores galas alrededor de la mesa, la cena era una maravilla, porque mi tía de Chihuahua (con la que también comparto el primer nombre) llegaba con muchas ganas de cocinar. Hacía pues un platillo mi abuela, otro mi tía de Chihuahua y otro mi tía de Morelia (con ella no comparto el nombre). Era una cena buffet, con la salvedad de que había que comer de todo para que nadie se sintiera agraviado. Había toda clase de platillos: pierna de cerdo en no se qué salsa, lomo (también de cerdo), menudo chihuahuense (que no chihuahueño, por favor) con granos de pozole, guisados de res y hasta mole de muchos colores. A parte los siempre tradicionales buñuelos y los atoles multisabores.

Cuando tocaba cena en casa de mi otro abuelo (el materno he de aclarar), viudo desde mi tierna infancia, pero solito él bastaba para convocar a toda su prole y derivados en Navidad; cuando tocaba la cena en su casa, decía yo, la cena era un poco menos abrumadora: un solo plato fuerte y muchos postres. El plato fuerte casi siempre era pozole o enchiladas o cualquier otra delicia de esas que son bien mexicanas y que a mi venerada madre (con la que también comparto mi primer nombre) y a sus hermanas tan bien les quedan. En esta casa siempre había además, piñata y cuetes, por lo menos luces de bengala, y fogata en la calle. Qué bonito era todo aquello.

De las cosas que no aparecen en mis recuerdos cada vez más lejanos, está el pavo, llamado en vida guajolote. Ese que ahora que ya no nos juntamos con la familia porque ya no hay abuelos a quienes ir a ver, a mi mamá le da por preparar, para aprender, a pesar de que ya nomás somos cinco en la mesa y no hay manera de acabarse semejante pajarote. Es que antes, el pavo no era indispensable en la mesa navideña mexicana, y con tanta delicia que tiene el recetario nacional, ni para qué meter semejante gringadera: a mí me sabe más bueno el pollo en mole.

Eso me recuerda una anécdota de cuando mi mamá andaba de misionera del libro y el lápiz en los ranchos de mi tierra. En esos tiempos, conoció mi madre a una mujer ya grande cuyo hijo prófugo del arado le había mandado desde el vecino país de norte uno dolaritos para que prepara la cena navideña "con pavo y todo, amá, ahora que tenemos con qué". Y la pobre mujer, ya no sabía dónde meterse para conseguir un pavo. Ahí anduvo la abnegada madre, buscando quien le vendiera un pavo días y días, angustiada por no poder cumplirle el gusto a su hijo, y por no saber a qué iba saber un pavo. Es hora de aclarar que el único pavo que la mujer conocía era el pavo real, animal harto difícil de conseguir y raramente cocinado por esto lares. Cuando finalmente alguien le aclaro que el pavo que su hijo quería no era otro que el humilde guajolote, regresó la noble madre apunto de un torzón, de puro coraje: "De haber sabido... desos tengo dos en el corral"

Y todo por querer cenar pavo y no un delicioso mole, o un pozole o unas enchiladas. Insisto, esas son gringaderas. Es más, creo que ese día ni se trata de cenar. Pero creo que de eso ya nadie se acuerda.

3 comentarios:

Mario Samano dijo...

la entrop'ia no encarna.

ac'a est'a m'as raro lo del fr'io, es desierto y ha hecho mucho fr'io, ayer los cerros ten'ian nieve, hoy ya se est'a descongelando.

no sab'ia eso del diario del gato, est'a chida la foto: "Volver'e".

Aura dijo...

Mmmm... no no encarna, pero la lógica y yo no nos llevamos mucho. Y sí, el clima está de cabeza en todos lados pero eso de los cerros es muuuy extremoso. Can't live there.

Qué feo es no poder acentuar ;)

Mario Samano dijo...

ah es que no estaba en mi compu. si cargo mi compu como ahorita no hago nada mas que navegar. entonces estaba usando las de la escuela. pero sí puedo poner acentos. ajá.

 
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