martes, julio 22, 2008

De cómo no me casé con un zacatecano rico y guapo.

Cuando duermes ligeramente, cuando cualquier ruido puede despertarte, es cuando surgen los sueños más extraños. En este caso fue cuando me volví a dormir después de apagar el despertador. Por primera vez en mi vida soñé una boda: mi boda. ¿Será que ya entré en edad casadera?

Fue una boda muy extraña, porque desde que me estaban arreglando no había nadie de mi familia ni de mis amigos, las fotos fueron antes de la ceremonia (ahí vi quién era el novio: un chico muy bien parecido, muy joven, aunque no muy alto y muy nervioso, también me di cuenta que las madrinas iban todas de rojo y que no conocía a ninguna) y yo entré al altar primero que el novio. Me entregó alguien que no era mi padre ni nadie conocido y en la pequeña capilla, con capacidad para 50 personas o menos estaba llena de elegantes personas, claro, todas familiares y amigos del novio. A estas alturas yo ya sabía que estaba en algún lugar del centro de Zacatecas y mi futuro marido pertenecía a una acaudalada familia de esa ciudad. Yo estaba resignada, pero no convencida, y pensaba que mientras no hubiera boda civil (la cual el novio no había organizado aún) nada de esto era válido. Durante todo el sueño yo me la pasaba pensando en mi gente y en que no estaban ahí, ni uno solo.

En eso estaba cuando se abrió la puerta de la capilla y aparece un señor con un libro que yo tengo que ir a recibir. El libro es en realidad un cuaderno con tapas de madera, hojas de papel pergamino decoradas y en blanco. Lo tomo y me pongo a hojearlo sobre una mesita que está a un lado de la puerta.

Ahora sí, mi futura suegra (que me arregló el vestido, se tomó las fotos conmigo y estuvo presente y a mi lado en todo el sueño) entró en pánico porque su hijo no llegaba. Cuando salimos de la capilla, nos encontramos a mi padres (¡gracias!). Mi mamá termina una llamada por celular y tranquiliza a mi futura suegra: le dice que su adorado hijo va camino a Europa, porque estaba muy nervioso para entrar, indeciso, así que ella (mi madre) decidió darle el sabio consejo de retirarse a tiempo y él así lo hizo. La mujer empezó a dar vueltas por el edificio en estado de completa desesperación, mientras yo, aliviada, me quedaba con mis pás justo antes de despertar de nuevo.

Y así fue como no me casé con zacatecano rico y guapo. Toda una novela rosa en lo que volvió a sonar mi despertador. ¿Qué clase de subconsciente genera estas historias?

5 comentarios:

Mario Samano dijo...

un subconsciente reprimido.

Aura dijo...

¡Qué milagro! ¿Qué reprimo? ¿Ganas de sí casarme con alguien rico? Mmm, pero entonces mi sueño hubiera sido con un final feliz ¿no?

Mario Samano dijo...

reprimes la lejanía materna.

Aura dijo...

...

Mario Samano dijo...

,,,

 
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