miércoles, mayo 07, 2008

Troncones, Guerrero.

Hace un año fui a Maruata, hace dos también (fue entonces cuando la conocí). Este iba a ser mi tercer año consecutivo, pero no fue así. En lugar de ir a Maruata conocí otra playa, de esas en las que hay poca gente, y que casi nadie conoce en el país.


Esta vez salimos de Morelia al amanecer del viernes dos de mayo, en compañía del objeto mis ensueños y de una pareja de amigos. Manuel, dueño del carro en el que viajaríamos llegó hora y media tarde, así que el viaje empezó a las seis y media en un Chevy Monza sin estéreo pero con una grabadora… sin pilas. Resignados a un viaje sin banda sonora, nos dirigimos rumbo a Lázaro Cárdenas por autopista. Si bien la primera parte del viaje transcurre entre verdes cerros llenos de huertas de aguacate, para la segunda mitad uno entra en la región de Tierra Caliente, cuyo nombre lo tiene ganado a pulso. La vegetación se reduce a mezquites, saguaros y otros arbustos espinosos y cactáceas. Solo de ver el paisaje da sed. Afortunadamente pudimos dejar abiertas las ventanas, ya que pasamos temprano y el aire aún no se calentaba.


Cerca de las diez y media llegamos al entronque donde el camino se desvía a Lázaro Cárdenas o a Ixtapa. El destino estaba camino a Ixtapa. Majahua, se llama, y no aparece en la Guía Roji que me prestó Rafa. Troncones es el pueblo más cercano, en cuya playa también nos podemos quedar. Troncones tampoco aparece en la Guía Roji. ¿Algún otro pueblo de referencia?, le pregunto a Manuel. No, no sé, me contesta; pero debe haber algún señalamiento, dice confiado. Ahí vamos. La carretera sigue y sigue, no hay pueblos intermedios, a pesar de que la Guía señala dos. De repente, en el horizonte se levantan varias torres. ¿Esos no son los hoteles de Ixtapa?, pregunto. Sí, lo que quiere decir que ya nos pasamos. Sofía, quien hace las veces de copiloto está a punto de matar a alguien pues hace dos horas que preguntó cuanto faltaba de camino, le contestamos que como una hora, por no querer hacer cálculos y por molestar, también. Ahora que no sabemos en qué punto del camino pasamos Majahua, pide que nos paremos a desayunar.


Paramos, nos disfrazamos de turistas y desayunamos. Preguntamos en una tienda cómo llegar a Majahua. Efectivamente teníamos que tomar el camino de regreso, y seguir derécho, derécho, pa'llá pa' Lázaro y dejpués del entronque, dar vuelta en la curvita que'jtá frente a la gasolinera, ahí lueguito se ve, no hay pierde.


Bueno pues, entonces dimos vuelta equivocadamente. Ahí vamos de regreso, pasamos un entronque… que no reconocimos, y la carretera que al parecer era estatal, nos llevó por los pueblos que marcaba la Roji y que no habíamos pasado camino a Ixtapa. Ahí nos detuvimos a confirmar que íbamos caminio a Majahua. ¿Confuso? Sí, bastante. Luego de un rato nos volvimos a incorporar a la carretera por la que inicialmente llegamos. Manuel bajó la velocidad en lo posible para no perder de vista ningún señalamiento. Justo cuando sentíamos que ya íbamos a llegar a Lázaro, vimos al final de una curva un gasolinera, y antes una desviación que apenas se notaba. Ahí estaba también un comedero, arriba del cual había un anuncio que decía "Majahua Palm" con su flechita: ése era el camino. Seguimos hasta que acabó la carretera, y llegamos a Troncones, pero nosotros íbamos a Majahua así que no nos paramos. Seguimos por terracería unos minutos y pasamos a otro país.


Bueno, está bien, no era otro país. Pero parecía. Estaba lleno de cabañas con todos los servicios, con capacidad para poca gente, pero con muy buenos acabados. Todas decían "Welcome" "Vacancy" o "No vacancy" y anunciaban sus servicios en inglés o hasta en francés. Alguna tenía el letrero de se vende, y había que comunicarse con Jhon Don't-remember-lastname, a su correo electrónico. Chale. Enfrente había toda clase de tiendas y servicios, hasta un gimnasio donde podías tomar clases de spin, yoga, pilates, etcétera. Doble chale.


Pasamos la zona VIP y no podíamos dar con la entrada a la playa. Finalmente lo logramos, y nuestro cansancio no hizo ver la playa muy disminuda de lo que realmente era. La arena se veía sucia y el mar revuelto, además de tener tremendas rocas negras y afiladas regadas en la orilla del playa. Con paciencia nos pusimos a ver con más cuidado. La playa no estaba sucia: el mar sacaba cualquier cantidad de piedritas y conchas de todos colores. Las rocas, llenas de algas y corales no se veían tan peligrosas de cerca, además de que entre las piedras el agua llegaba libre de arena, limpia, diáfana. Y donde no había rocas, el mar en realidad no estaba tan revuelto. Como sea, nos dio la impresión de que Troncones podía estar mejor. Ahí vamos de regreso.


Llegando, como ya era tarde, pedimos permiso de instalar la casita de campaña frente a un restaurancito llamado Ma. Jezabel, cuyo dueño solo nos pidió como cuota que consumiéramos ahí. El paisaje era muy parecido a Majahua, solo que las olas rompían muy lejos de la playa.


El viernes se nos acabó pronto, pero el sábado temprano nos levantamos a disfrutar de este lugar. Que las olas rompieran lejos de la playa nos dio oportunidad de meternos con confianza al mar, cuyo nivel difícilmente subía de la cintura, y las olas llegaban ya bastante mansas. Para mí, que no se nadar y temo a las olas, fue una maravilla poder pasar toda la mañana metida en el agua. Solo éramos nosotros, y un lugareño que entre las rocas se metía a cazar cangrejos. Sus perros simpatizaron con nosotros y nos siguieron, jugando, por toda la sesión de fotos a lo largo de la accidentada orilla hasta que su dueño terminó la caza y les llegó la hora de volver.


El domingo lo pasamos en Playa Linda Zihuatanejo, popular entre los locales, solo por curiosear. El mar en calma, la arena muy fina. Pero ay, qué gentío, qué basurero, qué ruido. Qué triste. Prometo procurar pasar mis días de playa en playitas semivírgenes. No prometo, sin embargo, prescindir del todo de las comodidades de un hotel. Pero eso sí, prometo nunca, pero nunca, dejar basura en la playa (no es que lo haya hecho, pero tenía la necesidad de prometerlo solemnemente).

3 comentarios:

Mario Samano dijo...

sí pinche gente puerca. qué bueno que reafirmas tus votos.

ya no entendí si está chida la playa o no. o sea, compara con maruata y di. tampoco entendí qué onda con la zona vip, hay europeos ahí? por lo que dices de anuncios en francés. se ve chido para pasar un día ahí antes de ir a troncones?

Aura dijo...

¿Majahua? Sí, está bonito. Es diferente a Maruata. En Maruata la arena es más blanca y el mar se ve mas azul, eso me gusta más. Pero sí es bonito, lo malo es que no averiguamos si había espacios para la casa de campaña, porque a lo largo de la playa están esas cabañitas que te digo.

Son como minihoteles, para pocas personas (o al menos esa es la impresión que me dió). Estám pemsados para el turismo internacional, pero yo vi varios carros con placas nacionales. Debe visitar mucho extranjero porque la gente del lugar hablaba inglés con sus hijos... O_o

Para mí es buena idea quedarse en Majahua un día... pero de que tienes que ir a Troncones... tienes que.

Mario Samano dijo...

va.

 
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