miércoles, marzo 19, 2008

Una zacatecana en Querétaro

Querétaro es un bonito lugar para visitar. Entre sus encantos están esas callejuelas del centro por donde los carros ya no pueden circular, los cafecitos y restaurantes, y sus plazas, que no siempre son lugares donde la intolerancia tiene lugar. A Querétaro he ido unas cuantas veces, en grupo, en familia o por mi cuenta. La última vez, hace como dos semanas, un domingo, fui a visitar al buen Giovanni, que tiene viviendo allá varios meses y estando ya a punto de regresar a Morelia me volvió a decir que a ver cuándo me dignaba a ir. Bueno, pues me digné. Solo fue un domingo y no fue mucho el turismo que hice, pero entre los lugares que visitamos hay uno que destaca: La casa de la zacatecana.

Esta mansión se encuentra ubicada en el número seis de lo que alguna vez se llamó Calle de la Flor Alta (ahora Calle Independencia, número 59). Durante el siglo XIX habitó esta mansión un matrimonio de Zacatecas. El marido tenía muchos negocios en las minas de su estado de origen y viajaba constantemente. Mientras, la mujer debía permanecer en casa sin derecho a salir a la calle más que a misa, sin hacer amistades ni recibir visitas como no fueran de la modista y la costurera. Pobre mujer, tal encierro en un lugar desconocido y sin atención alguna de su marido debió acabar con su cordura. Al menos acabaría con la mía. El matrimonio, como era de esperarse, se estaba desmoronando y los esposos dormían ya en habitaciones separadas. Después de un tiempo, al parecer, la zacatecana comenzó a tener amoríos con algún queretano de identidad desconocida. Finalmente, y seguramente harta de su triste suerte, un mal día dio instrucciones a uno de sus sirvientes para que acabara con la vida de su marido. Y así lo hizo este pobre cristiano. Lo que el fiel sirviente no se esperaba es que, con el fin de evitar dejar cualquier evidencia, al momento que enterraba el cuerpo del patrón en las caballerizas, la zacatecana se encargó de darle muerte por la espalda con su propia mano. Ambos cuerpos quedaron enterrados en las caballerizas y nadie supo nada de ellos por un tiempo.

Un día sin embargo, en lo que pareció ser un asalto a la mansión, la mujer fue apuñalada en la madrugada y su cadaver fue llevado a la plaza, al parecer para despistar a las autoridades. La aparición del cuerpo de la zacatecana en la plaza dio lugar a que se encendieran los ánimos de los queretanos, quienes ya rumoraban que la desaparición del marido era cosa de la mujer. Y es que lo queretanos estimaban mucho al señor, ya que entre las cosas que sí hacía estaban muchas obras de caridad. Entonces la turba enardecida tomo el cuerpo de la zacatecana y lo fue a colgar del balcón principal de su mansión a manera de venganza, y si no es por la intervención de la autoridad local no hubiera quedado cuerpo.

Dicen que desde entonces los ocupantes de esa casa no duraban mucho habitando en ella, pues las ánimas de los personajes de esta leyenda andan por ahí incomodando a los que quieren dormir. Finalmente un coleccionista de la ciudad de México compró la mansión, la amuebló con su colección de muebles virreinales, del siglo XIX y principios del XX y la hizo museo, exhibiendo tambien la leyenda. Es impresionante el grado de opulencia que se puede concentrar en una sola habitación, no digamos ya en toda la casa. Si yo fuera el ánima de una dama de sociedad del siglo XIX sería muy feliz si la mansión de mis angustias fuera finalmente decorada con tanta cosa fina, pero tal vez la zacatecana, acostumbrada al recato y a la soledad no lo estaba tanto, porque el coleccionista que montó todo acabó muriendo en un accidente cuando se dirigía a Michoacán en 1998.

Fotos:



























Recámaras de la zacatecana y su marido, respectivamente. Se trató de conservar en lo posible el estilo original de las mismas. El maniquí de la primera foto nos sacó un buen susto.






























Colección de Cristos. Incluye un Cristo hecho de pasta de caña (foto inferior) hecho por artesanos michoacanos; dicen que ya no se hacen. Alguna vez tuve pesadillas con muchos Cristos.
















Ejemplo de las habitaciones de la Casa de la Zacatecan. Pura opulencia.














A la gente que acabó de montar el museito les dió por montar en el patiecito central la fosita que debieron encontrar las autoridades queretanas hace un siglo y cacho con los restos del empresario zacatecano y del pobre cristiano que por obediente acabó igual de muerto. Qué cosas.



Un videito de una de las salas más impresionantes: La sala de los relojes. Lo único que se oye es el tic tac de todos estos relojes que aún funcionan, y por ahí un poco de la música ambiental del museito.

4 comentarios:

Mario Samano dijo...

he ido algunas veces a querétaro pero no recuerdo esta casa que describes. suena bien.

qué risa me da la gente en los aeropuertos mexicanos, estoy en guadalajara viendo a unas doñas mexicanas super emocionadas por su viaje, se arreglan para viajar (como si un avión fuera una pasarela!!!), son groseras con el mesero y las muy ricas y pudientes solo piden un café americano. chale.

Aura dijo...

¡JAJA! Tss... lo pero es que no solo pasa en los aeropuertos. Pues que hayas tenido buen viaje y...
¡Feliz regreso al árido Arizona! Yo me regreso al llano infinito el lunes tempranito, con cualquier cantidad de tiliches... :S

Anónimo dijo...

por fa ayudenme, necesito saber cuantas horas se hacen de Queretaro a zacatecas,
gracias ,,suerte a todos

Aura dijo...

Hola Raquel. No lo sé, pero puedes ir a la página de la SCT que te dice rutas, tiempo de recorrido y costos de casetas si las hay. A mí me ha sacado de muchos apuros. La página es:
http://aplicaciones4.sct.gob.mx/sibuac_internet/ControllerUI?action=cmdEscogeRuta

Saludos.

 
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