lunes, julio 23, 2007

Volveré, dije...

... y cumplí. Me explico: El año pasado conocí las playas de mi tierra en aquél tour lleno de anécdotas que emprendí con mi madre y que quedó registrado aquí. Maruta, Faro de Bucerías, San Juan de Alima y otras playitas no industrializadas para el turismo, con sitio para acampar y nada, pero absolutamenta nada que te distraiga de tu propósito de disfrutar la inmensidad del mar y de no hacer nada.

Bueno, pues esta vez no me fui en un camión del año de la canica sino en un Neón mas bien reciente, y no fui con mi familia de verdad y un montón de desconocidos, sino con una parte de la familia putativa que ya conocen. Chayo, Karlita, Rafa, David y yo. 5 monos en un carro, Mochilas al hombro y guía Roji en la mano (porque solo yo conocía el destino, pero definitivamente nadie conocía el camino desde el llano infnito que es Irapuato).

Con la asesoría vía SMS de una bióloga experimentada en estos viajes y la Roji, emprendimos el camino a las 12:00 del día, desapareciendo de nuestros laboratorios mágicamente y sin muchas explicaciones. La ruta fue larga pero placentera: en 9 horas pasamos los estados de Guanajuato, Michoacán, Jalisco, Colima y Michoacán otra vez. Pasamos por toda clase de pueblitos pintorescos y por lugares tan hermosos como Mazamitla, Jalisco (he de volver). Los chicos se enteraron de que efectivamente el pueblo de Jaimito el Cartero (de El Chavo del Ocho), Tangamandapio, "aquél pueblito de crepúsculos arrebolados", sí existe y no se quisieron ir sin evidencia suficiente:



Posteriormente pasamos por un pueblo Jalisciense llamado San Mames. No quisiera saber cual es la actitud general de los habitantes, ni sus hábitos más arraigados. Lamentablemente no hay foto del recuerdo.

Finalmente llegamos a Maruata de noche, y acampamos en la playita, durmiendo en hamacas o en la arena (porque los cálculos le fallaron al buen Rafa en cuanto a la capacidad de la tienda...). Afortunadamente hacía tanto calor que aunque hubiera sido suficientemente grande, la tienda no se hubiera ocupado. Lo bueno, es que había repelente.



Disfrutamos Maruata de noche, hasta que casi amaneció. Luego disfrutamos Maruarta de día, haciendo absolutamente nada. Que rico. El domingo, el dia tercero, emprendimos el regreso temprano, para alcanzar a pasar a Faro de Bucerías y nadar un rato en sus calmas aguas. Pero no contábamos con la presencia de la marea roja. Malditos dinoflagelados. Obviamente ya no pudimos comer mariscos, que era otra de las cosas a las que íbamos a Faro. Comimos en La Placita, pueblo cercano y de ahí nos fuimos rumbo a Colima. Y de ahí a la realidad. Irapuato.

Ese fue el fin de semana más relajado de todo lo que llevo de posgrado... y ay, cómo lo necesitaba.

Datos adicionales: Maruata se quedó con dos cámaras (una cayó en el agua, otra solo se llenó de arena) y un pedacito de mí piel cuando me revolcó una ola (no se recomienda meterse mucho al mar, es mar abierto). En fin.

3 comentarios:

Mario Samano dijo...

yo fui una vez a santiago tangamandapio. un amigo me invitó ahí porque es de ahí.

Aura dijo...

¿En serio? ¿Y que hay de bonito? Yo realmente solo me detuve como 5 min ahí para la foto con el señalamiento.

Sofia Jiemenz dijo...

como esta ahorita para maruata?? para viajar la carretera y eso??

 
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