lunes, marzo 30, 2009

San Miguel de Allende y la rodilla que no es del diablo.

No me platiquen nada pues. Mejor les platico yo, que el domingo pasado me fui a conocer San Miguel de Allende, Guanajuato, en compañía de mis señores padres.

San Miguel de Allende es de esos lugares que se han vuelto pueblos museo, uno de los Pueblos Mágicos de la Secretaría de Turismo. No es un lugar para vivir, a menos que tengas más de 60 años y no quieras más que un lindo y tranquilo lugar para pasar tu días de jubilado. San Miguel ha sido ese lugar para muchos norteamericanos de la tercera edad.

El pueblo no parece tener otra actividad económica que no sea el turismo, y por lo tanto está perfectamente preparado para recibir al turista, nacional o extranjero. Desde la avenida principal de la entrada, con un camellón bien arreglado, con hotelitos y negocios de artesanía a los costados da una primera impresión muy agradable. El pueblo en sí está muy cuidado, todas las casas conservan el estilo colonial y están pintadas de esos colores rojo y ocre que están de moda para resaltar el barroco comerciable. Una vez que encontramos estacionamiento, subimos al centro por la calle de Relox. En el kiosco de la plaza principal tocaba una banda de viento y tambora una pieza que me sonó familiar: Arriba Pichátaro. Los turistas domingueros bailaban lo mismo arriba o abajo del kiosco al ritmo de la banda, o como mejor pudieron imaginar que se bailaba tal cosa. La banda se siguió con el Sinaloense y otras dos piezas a las que ya no puse atención porque la Parroquia de San Miguel Arcángel me la robaba toda. La parroquia es llamativa por su estilo que le tira a gótico (dicen que la diseñó un arquitecto autodidacta y que no es gótico como tal; yo que no se nada de eso, no pondré en duda lo que dicen los que dicen que saben). Justo cuando me iba a tomar la foto del recuerdo frente al templo, haciendo gala de mis deficiencias motrices, me tropecé y fui a dar de puras rodillas frente a él y a una escultura que ya de entrada no me había gustado. Me hube de arrodillar pues, pero conste que no fue por gusto.

Como sea me tomaron la foto y, siendo que la rodilla no se quejaba demasiado, me fui a ver de cerca el templo, entré a ver el recinto donde ofició misa Miguel Hidalgo y la pila bautismal donde recibió el primer sacramento Ignacio de Allende y Unzaga, mejor conocido por generaciones de educandos como Ignacio Allende, que el Unzaga es más difícil de aprender y decir en las efemérides de los lunes. Estando aquí me enteré de un par de cosas que no sabía. Por ejemplo, que hasta estos rumbos anduvieron evangelizando y organizando a la gente Don Vasco de Quiroga y, antes que él, Fray Juan de San Miguel, ambos personajes ilustres y respetadísimos en la zona indígena de Michoacán. Aquí vale la pena volver a mencionar la escultura que provocó que hiciera cara de fuchi. Veánla ustedes:


Ese señor, el del hábito, representa nada más y nada menos que a Fray Juan de San Miguel, protector de los indígenas, como se pretende mostrar en la escultura (inserten aquí cara de fuchi). Bueno, Fray Juan de San Miguel inauguró la Misión que luego dió lugar a la Villa de San Miguel; es famoso además, por haber exorcizado el manantial del Cupatitzio en Uruapan, evento en el cual, al salir huyendo, el diablo tropezó y dejó marcada su rodilla para siempre en una roca, según la versión colonial de esta leyenda. Chale...

La "fantasía gótica" (así dicen los de turismo) que resulta ser la Parroquia de San Miguel Arcángel.

Aquí ofició misa Miguel Hidalgo.

Pila bautismal en la que, entre muchos otros no ilustres, fue bautizado Ignacio Allende.

Del otro lado de la plaza está lo que fue el lugar donde se estableció por obra y gracia de Miguel Hidalgo e Ignacio Allende, el primer Ayuntamiento Independiente, sólo dos días después de haber dado el grito que arengaba a la lucha armada en Dolores, a 44km de San Miguel (aunque en esos tiempos quién sabe por dónde iba el camino y cuantos kilómetros eran).

El edificio naranja de la izquierda es el lugar donde se estableció el primer Ayuntamiento Independiente, presidido por Aldama.

Como moríamos de hambre, nos dimos a la tarea de escoger en dónde íbamos a comer. Acabamos en el Café San Francisco, del Hotel Posada de San Francisco. Un lugar muy agradable, de precios accesibles, donde el personal nos atendió maravillosamente y siempre con muy buen humor. Lo recomiendo ampliamente.

Posada de San Francisco. En los portalitos está el Café, donde comimos muy rico.

El interior del café y su personal, gente amable y consentidora.

Ya paseando nos encontramos en rincones muy simpáticos como la Plaza de La Soledad, que es más bien un andador con escaleritas y una fuente, que acaba en la Plaza Cívica, la cual tiene una escultura ecuestre de Ignacio Allende. Aunque en esta plaza también había gente prácticamente no había extranjeros. De hecho, daban la impresión de ser ciudadanos locales (ya ven que a los turistas nos da por vestir de cierta manera que nos distinguimos muy bien de los lugareños).

Plaza de la Soledad

Plaza Cívica

En el camino nos encontramos con el Teatro Ángela Peralta, del siglo XIX, y con un restaurantito muy mono que estaba enfrente. El lugar tampoco es muy caro, está simpáticamente decorado y en el patio tienen un pequeño escenario donde, a decir del mesero que nos invitaba a pasar, todas las noche toca un grupo de Jazz.

El teatro.

El restaurantito.
Más fotos:


Qué bonito. Luego de consentirme con mucha comida y un bonito paseo mis padres me entregaron en la cascarita de nuez en la que vivo por ahora y partieron rumbo a Morelia. "Llegamos bien", decía el mensaje. Bueno, a dormir.




jueves, marzo 26, 2009

Platíquenme algo.

Me estoy inclinando por hacer que los comentarios aparezcan en una ventanita emergente, pero no me decido. Y como estoy jugando con los accesorios de la bitacorita ésta, para sacudirme la indecisión puse una encuesta al respecto ahí abajito de mi perfil. Ayúdenme y contéstenla. Va a durar una semana o 100 votos, lo que pase primero (100 votos, sí como no). Anden.

Además de eso, por hoy no tengo mucho que decir. ¿Ustedes sí?

domingo, marzo 22, 2009

Singleton: Cariño, mi cielo.

Empezó como un siseo, apenas perceptible, sss. Fue luego un zumbido, cada vez más definido pero aún confundible con los murmullos de mucha gente o el ruido de muchos carros. Gradualmente subió de intensidad hasta que fue una vibración mas bien aguda, cada vez más aguda, cada vez más intensa. Su percepción fue entonces clara y después dominante, hasta ocultar lo demás, cualquier sonido, cualquier imagen. Todo desapareció y ya sólo existía esa aguda vibración, intensa cada vez más y más y más hasta que comenzó a ser insoportable. Y cada vez era peor y peor y peor...

anoche te lloré cariño, simplemente no pude contenerlo más
anoche me llamaste cielo, ¿quién te dice cuándo es el momento preciso?

-Aura

jueves, marzo 19, 2009

Tierras prometidas

Desde los 12 años su afición a la animación japonesa lo llevó a informarse sobre todo lo referente a la vida y costumbres de ese país. El interés por la historia y geografía del lugar vino casi al mismo tiemo. Con el tiempo el cine y la literatura nipona complementaron las horas de ocio que antes dominaba el anime y finalmente comenzaron los intentos por aprender el idioma. Para entonces la fascinación ya se había extendido hacia toda Asia: Ya era capaz de distinguir entre lenguas chinas, el coreano y el japonés, de reconocer la escritura correspondiente e incluso la fisionomía de las personas de cada región y de individuos dentro de un país (para él, no todos los chinos son iguales). Pero Japón seguía siendo ese lugar donde estaba cuando dormía y donde quería seguir estando al despertar. Era la tierra prometida, prometida a él por él mismo. Tenía que conocerla antes de morir a como diera lugar. A pregunta expresa, sentenció la última noche de Diciembre que su propósito para el año nuevo era ir a Japón. Sí claro, bueno, échale ganas. Chicle y pega. Es Marzo, ya anda allá. Pegó el chicle.

Después de los 15 años, ya bien entrado en las corrientes del rock sinfónico y oscuro se enfrentó con el idioma alemán en las canciones que más le gustaban. Claro, Alemania nunca ha sido un sitio desconocido para nadie. Dos guerras mundiales le han asegurado para siempre una fama que no puede ser ignorada por nadie. El holocausto, como sucede con muchas personas, le despertó un interés particular. El carro para el pueblo, el todo terreno del ejército alemán, el Volkswagen Sedán se volvió objeto de culto y deseó tener uno de colección. Cuando dejaron de fabricarlo sintió la nostalgia de quien vivió en ese auto sus mejores anécdotas de juventud, sin que así hubiera sucedido. Finalmente hace esfuerzos por aprender el idioma y un día irá a pisar ese suelo, que en su caso es la tierra prometida.

La literatura lo acompañó desde joven. La buena literatura, ésa en la que los personajes principales tienen los conflictos existenciales más fuertes y en la que la gente no es feliz a menos que sea demasiado simple, lo marcó para siempre. Los grandes escritores, novelistas y poetas, serán siempre sus ejemplos, los objetos de su admiración. Y los grandes escritores, novelistas y poetas han vivido alguna vez en París, ciudad del artista por excelencia, donde la poesía de vivir del aire, el amor al arte y una pensión de algún pariente misericordioso toma vida día a día, donde las grandes obras se fraguan en cafés, en calles y plazas que se sabe de memoria de tanto leerlas. París es la capital de Francia, un país con tanta historia y cultura que vivir en cualquier parte de su territorio sería vivir en un sueño. Andarlo despertaría a cada paso las emociones de miles de fantasías nacidas en tantos momentos de lectura, de andanzas en museos. Si se ha de prometer un lugar para estar, donde el sentido de pertenecia se vea completamente satisfecho, ése es Francia. Ha de ir, porque prometida está y solo es cuestión de tiempo para llegar a ella.

Europa del este tiene paisajes que me recuerdan los cuentos de la infancia. Las estructuras feudales que aún conservan me maravillan. Los paisajes montañosos me llaman. Las casitas de los pueblos me despiertan ternura y cierta paz. Europa del este es el lugar que quiero ir a conocer. Pero no sueño con eso, no me obsesiona, no me he prometido ir pase lo que pase y no me identifico con nada de esas tierras. Pero cuando voy a la Península de Yucatán y hablo con su gente, me siento maravillada, cuando viajo a Oaxaca y compro barro negro a los artesanos locales me siento parte de su vida, cuando como en el Lago de Pátzcuaro, o de Zirahuén me siento en casa. Cuando camino por el centro de Morelia, de Cuernavaca, de Chihuahua, de Querétaro, de Guanajuato, de Toluca, de la Ciudad de México, de Comala, no puedo pensar en estar en otro lugar. Menos aún cuando sufro frío en Los Azufres, cuando dejo mis huellas en la arena de Maruata, cuando subo el cerro del Tepozteco, cuando visito tantos exconventos, cuando ando entre pueblos viendo la artesanía local y comiendo la comida regional, indagando un poquito de sus costumbres y viviéndolas a veces, como las vive un turista tal vez, pero con una sensación de que ahí debo estar y eso es lo que quiero vivir y acabar de entender. Y pienso que debo recorrer en tren la Barranca del Cobre, y pienso que no me puedo morir sin conocer Xilitla, el Cañón del Sumidero, el Tajin, Los Cabos, y otros tantos lugares que no he pisado todavía.

No tengo una tierra prometida, decía yo. Error de interpretación. Sí la tengo, sólo que ya vivo en ella.

martes, marzo 17, 2009

Cuando era niña, alguien con veintisiete años ya era viejo.

Ahora estoy convencida de que los niños tienen una noción muy limitada del mundo.

domingo, marzo 15, 2009

Continuando con el post anterior...

Agradezco mucho (un poco chiveadilla) a Sámano sus comentarios. Él, que conoce más de cerca la condición ideológica de la sociedad estadounidense, responde a mi por qué del post de abajo, en un ataque de critica y ñoñez colectiva que debería darnos mas seguido. Vayan y léanlo.

A mí sí me enseñaron creacionismo en la primaria.

Como en este año se celebran 200 años del nacimiento de Darwin y 150 de la publicación de El origen de las especies ha sido inevitable tocar el tema del creacionismo y su vigencia como explicación del origen de la vida y su diversidad. No voy a hablar de lo que se dice al respecto en muchos otros lados, ya está dicho pues. Además yo al creacionismo lo deseché desde hace mucho y ahorita no me voy a poner a convencer a nadie de que tengo razón. A mí lo que me llama la atención es el asunto de la inclusión del tema en las escuelas. Cuando hace tiempo me enteré que en Estados Unidos todavía estaban enfrascados en la polémica de si se debe o no enseñar el creacionismo en las clases de biología, cuánto tiempo curricular se debe dedicar a esa teoría y a la evolución y cosas por el estilo me quedé pasmada. Auténtica cara de juat. Simplemente no podía entender cómo es que después de más de 100 años no habían podido resolver una situación tan simple.

A ver, antes de que empiecen a decir que la controversia de simple no tiene nada permítanme explicar por qué lo creo así: Mi única y contundente evidencia de que existe una solución fácil al problema es que el sistema educativo mexicano ya la tiene. Y la tiene desde hace mucho. Cuando yo iba en la primaria mi libro de ciencias naturales decía que existían diferentes corrientes que pretendían explicar el origen del universo y de la vida y describía por apartados el big-bang, la panspermia, la teoría de Oparin, la evolución y el creacionismo. Explicaba que la idea central del creacionismo era que un ser divino creaba todo lo existente en el universo incluyendo a los seres vivos y, por supuesto, al ser humano. Decía también que era la base ideológica de todas las religiones del mundo. Punto y aparte, la que sigue.

¿Es o no un solución sencillísima y hasta elegante a la controversia? Como yo era niña ñoña de cuadro de honor y me gustaban las ciencias naturales, aprendí la lección muy bien y fue muy natural para mí la noción de que la gente se explicaba el origen de las cosas de diferente manera. Y ese, creo, debe ser el aprendizaje de un niño al terminar su unidad sobre el origen de la vida en su curso de ciencias naturales (eso hasta promueve la tolerancia), ya luego entrará en detalles. Por eso cuando me enteré de que semenjante controversia existía en otros sitios no supe ni qué pensar. Era demasiada necedad para mi gusto, sobre todo con la existencia del famoso diseño inteligente como último representante del creacionismo. Y entonces, sólo entonces reconocí que los programas de educación básica de este país no están tan jodidos como dicen. El problema es que nadie los pela.

jueves, marzo 12, 2009

Nada que tenga ocho patas puede ser bueno.

Odio a las arañas. También a los alacranes. Pero a las arañas las odio más porque me las encuentro con más frecuencia. Les tengo miedo, mucho miedo, irracional y sin fundamento, pero miedo al fin. Cuando vi la película de Aracnofobia, como a los 8 años, ya las odiaba, pero la quise ver para vencer, precisamente, esa fobia. Error. Luego cuando supe que el desgraciado Pennywise no era mas que una araña gigante escondida en las cloacas de Derry, me desilusioné por completo. Aprendí que mi miedo a lo desconocido era mayor que mi miedo a las arañas, pero éste último sigue existiendo; y es peor porque es más fácil que un día cualquiera te encuentres de frente con una araña que con un ente indefinido de naturaleza demoníaca (aunque yo les atribuyo a la arañas una personalidad malévola tremenda, pero eso ya es otra cosa).

El día que me encuentro a uno de esos seres grandes, grises y peludos que abundan en el llano, andando con sus ocho patas (¡ocho patas! ¿no son horribles?) por el piso del cuarto me congelo inmediatamente. El miedo que les tengo me impide reaccionar con rapidez. ¿Qué tal que cuando intente pisarlo el horroroso bicho brinca y envenena mi piernita (los miedos casi nunca son racionales)? Y lo creo posible de verdad, me erizo toda, me dan escalofríos y tiemblo. Entonces, sólo entonces, reparo en otro temor: si no la mato, va a andar por ahí libremente, en la misma habitación que yo, y una noche cualquiera puede meterse en mi zapato y quedarse ahí, hasta que yo meta mi indefenso pie y… No. Ser atacada en total estado de indefensión en mi propio zapato me da un pánico tal, que es lo único que me hace avanzar y de un rápido movimiento acompañado de un agudo grito (que me gustaría decir que es de guerra, pero la verdad es que es de pura desesperación), aplastar a ese inmundo ser que osó atravesarse en mi camino. Un miedo saca otro miedo, solo tiene que ser más grande.

Malditas arañas.

lunes, marzo 09, 2009

Singleton: Buen viaje, hermano.

Nos dieron casi las dos de la mañana arreglando todo. Te fuiste a dormir y yo no podía. Nos quedamos con Carlos viendo televisión hasta que algo pasó y el aparato dejó de verse, aunque se oía muy bien. Finalmente, hechos a la idea de que la tele había acabado por no servir después de 15 años de intensa actividad, nos fuimos a dormir.

Me levanté tarde, pero a tiempo aún para darte el abrazo y el beso ése con el que soñé el jueves y por el que no podía quedarme en el llano este fin de semana. Tenía que decirte que todo iba a salir bien, que me daba mucho gusto, que estaba orgullosa de tí. Tanto que te ha costado lograrlo. Nosotros que sabemos el camino que has recorrido hasta este punto estamos conmovidos. Somos cursis, aunque lo neguemos. ¿Qué se le va a hacer?

Llegó el taxi y la hora de que te fueras. Sentí nervios y una emoción enorme. Más que si estuvieran leyendo mi acta, más que si estuviera dando un sí. Te abracé y te dije cuánto te quiero. Pues es que no te lo digo nunca, ya era justo y necesario. Sonreiste, con nervios también. Te subiste al taxi y te fuiste.

Toma muchas fotos, conoce gente, practica el idioma, disfruta el viaje. Pocos concebimos una tierra prometida. Tú la concebiste por muchos años y ahora vas a ella. Sé feliz hermano, que el sueño se ha vuelto realidad.

Te veremos en tres semanas. Trae muchas fotos y por favor, la más grande de las sonrisas. Te vamos a extrañar.

jueves, marzo 05, 2009

El fan número uno

Los iconitos animados para el Messenger son una verdadera maravilla, siempre y cuando sean utilizados con moderación y en los momentos adecuados (es decir, sin que un pollo que mira a todos lados salga sustituyendo la sílaba ver cada que se escribe verdad, verano, a ver, verde, verónica, por ejemplo). Y es que uno no puede describir en los mensajes instantáneos la furia, la euforia, la tristeza, el cansancio o la sorpresa tan bien como con uno de esos monitos. Hace unos días, por ejemplo, tuve una plática vía Messenger con un viejo amigo, que resultó muy amena gracias al buen uso de los llamados emoticones. Y es que vaya si había emociones que expresar. Ya saben cómo son las cosas del amor, llenas de complicaciones, y mi amigo se quejaba amargamente de su desgracia con esa frase bien conocida de A ustedes no hay quien las entienda [inserten aquí monito con cara de indignación], donde ustedes significa las mujeres. Ah, qué caray.

Supongo que sí, que a veces nuestro proceder parece ir en contra de toda lógica, pero en realidad no es algo indescifrable. Lo que pasa es que hay que saber lo que hay detrás de las aparentemente complicadas e instintivas conductas de las mujeres. Y digo instintivas porque surgen sin mayor trámite a la menor provocación, entiéndase con el primer amor platónico o el primer pretendiente persistente. Imaginemos, por ejemplo, a un muchacho de secundaria, simpático, amable y educado; por lo tanto, diferente de la mayoría de los compañeros, primitivos machos en ciernes. Este muchacho se lleva muy bien con su compañera de taller. Tanta confianza le tiene que le confiesa que le gusta su amiga la chinita y le pide que le ayude a que le diga que sí. ¿Y eso cómo se hace?, se pregunta la otra, totalmente ignorante de los métodos de Celestina pues ni novio ha tenido. Como sea, hace su mejor esfuerzo. Mientras algo pasa, después de acabar rápidamente con la práctica del día, el par de amigos, tan ñoños, pasan las horas muertas en el taller platicando de la chinita, el perro pastor alemán de él, las luciérnagas y ajedrez, porque a él le gusta el ajedrez y había ido a torneos estatales y nacionales. A él, su compañera le cae bien porque no ve telenovelas y porque, así le dice, es bien chistosa. Gracias. Le enseña los movimientos de las piezas de ajedrez y juegan partidos en los que, claro, ella pierde, pero no muy rápido porque él controla sus ganas de hacer cualquier tipo de jugada medianamente elaborada. Excepto un día, en el que en dos movimientos le da jaque mate y se ríe con ganas ante la cara de estúpida que pone ella porque no puede creer cómo acaba de perder. Ya para entonces hablan de todo menos de la chinita, que a él ya le cae gorda por fresa y sangrona. Sí es fresa, le dice ella, pero no es sangrona, tratando de aminorar su fracaso como celestina. Sí, sí; ya, no importa. Como ella ya no le dice nada a la chinita, ahora es la chinita la que pregunta por él, cosa que ella no comprende ¿ahora por qué tanto interés? Después de unos meses ya nadie pregunta por nadie. Entonces él lo hace: Se le acerca en receso para decirle que le gusta y que si quiere ser su novia. Ella, que está totalmente embrutecida por culpa de un macho en ciernes al que no puede voltear a ver porque se le sume la panza y le tiemblan las piernas y al que, por supuesto, ella le importa un comino, le dice que no. Pero no pasa nada porque él, en lugar de dejarle de hablar y divulgar lo pinche vieja que es esa chava, como es costumbre en esos casos, sigue con los partidos de ajedrez y el perro y los gatos y de veras eres bien chistosa y chistoso es pariente de lo feo y no cómo crees no quise decir eso y así todo el último año de la secundaria. Y le cae muy bien pero sigue sin gustarle, él a ella. Nomás no pues. ¿Qué se le va hacer?

Hasta que un día ya no hay más tablero de ajedrez ni crónicas de viajes ni pláticas. No la busca en receso nada más para saludar ni le hace burla de nada. Justo en ese momento nace el egocentrismo, la vanidad, el orgullo y el complejo de diva que toda mujer tiene, mantiene toda su vida y que confunde tanto a muchos hombres. En la cabecita de la adolescente en pleno proceso de aprendizaje surgen toda clase de ideas (ocultas por lo general bajo una sensación de confusión y añoranza): A ver, momentito, ¿qué pasó aquí? ¿Dónde está mi fan número uno? ¿Ya no soy chistosa? ¿Y ahora? Ya no acaba rápido las prácticas, para qué si no tiene nada que hacer después, el taller es ahora aburrido y hasta se le olvida el macho en ciernes porque después de todo ese nunca la ha volteado a ver y en cambio él sí, siempre. Pero ya no. Y se siente solita y abandonada, y entiende entonces por qué la chinita le preguntaba por él después de que pasó mas de una semana sin que ella se lo mencionara. Lo extraña tanto que empieza a pensar que en realidad sí le gusta. Entonces, con otro par de amigos organizan una salida al cine. Uno de los otros lo invita a él, así ella no tiene que mostrar su deseo de verlo, ¿cómo creen? Y se van al cine y luego a los juegos: jockey de mesa, carreras de autos y motos, juegos de pistolas y de darle de mazazos a topos escurridizos. Luego de reírse mucho se despiden y se van a sus casas. Contrario a lo que ella esperaba, él no le insinúa nada, ni le vuelve a decir que es chistosa, ni nada de nada. Frustrante.

Inmediatamente ella empieza su proceso de resignación. Ya no tiene fan número uno, cómo lo va a extrañar. Pero antes de que pase mucho tiempo, digamos, al día siguiente, él le pregunta si lo puede esperar a la salida. Sí, claro, nos vemos a la salida. Sale, adiós. Cosquillas en la panza. A la salida se ponen a platicar de la película y el jockey de mesa y otras muchas cosas hasta que ya no tienen de qué platicar. Entonces él le vuelve a decir que es chistosa, más cosquillas en la panza. Que es bonita, y se sonroja. Que esto, que lo otro y que aquello, todo muy bonito. Es él, su fan número uno, ha vuelto y no lo quiere dejar ir. Finalmente le dice que sí y todo es bonito hasta que ya no.

En realidad él fue muy inteligente: dejó que lo extrañaran, que lo valoraran en su ausencia y pacientemente esperó que ella lo buscara, cuando eso sucedió, él no se hizo el importante y volvió a su papel de pretendiente para que ella no tuviera que decir otra cosa más que sí. Eso es saber manejar la situación, después de todo obtuvo lo que quería. En cambio, la mayoría se va porque de verdad se cansan de ser el fan número uno y cuando ven que la diva, otrora distante e inalcanzable, de repente toca la puerta de la casa, los invita a comer o llama por teléfono, nomás no pueden entender qué pasa por su cabeza, la odian, la maldicen y acaban diciéndole a su comadre de toda la vida, vía Messenger, A ustedes no hay quien las entienda [inserten aquí monito con cara de indignación]. Ah, qué caray.

Hay cosas que no entiendo.

Ésta es una de ellas.

Pero ésta también

Y ésta, y ésta, y ésta, y ésta*.

Y así, muchas.




* Actualización.

De horrores

Anoche fui a ver Cuarentena y decidí que jamás, nunca, bajo ninguna circunstancia, voy a ver REC.

domingo, marzo 01, 2009

Singleton: Polvo.

La última palada de tierra cayó sobre la austera caja. Por fin se había acabado. Polvo serás, pensó. Era un día esperado, pudo haber sido cualquiera y que sucediera fue en parte un alivio. La espera daña tanto como la enfermedad, tal vez más. Fueron muchas las tardes de lamentos sobre el futuro vacío, sobre la mala suerte, sobre sobrevivir, sobre negarse a morir. Demasiada angustia que de repente disminuía aún más los días de agradable compañía. Afortunadamente, le dijo poco antes de morir, alcanzamos a entender que no podíamos desperdiciar el tiempo en fatalismos inútiles. Curioso que lo dijera él, quien parecía más cómodo que nadie al instalarse precisamente en esos fatalismos. Ahora ella descansa con la paz de lo inerte; él también, con la calma de la resignación. Pudo no haber asistido al entierro, nadie lo hubiera notado, pero lo necesitaba: la imagen de la caja que no contenía nada vivo bajando a la fosa y siendo cubierta por montones de tierra ponía punto final a la historia. Tendría los recuerdos, tantos, pero no la angustia por su ausencia. Tendría aún algunas de su pertenencias, pero no el dolor de no tenerla a ella ahora que sabía bien su sitio y su estado. Dejó sobre la tierra las gladiolas blancas mientras pensaba que sí, que después de todo sí eran flores de muerto y se fue sin mayor ceremonia. Si es cierto alguno de todos esos credos que claman que esta vida es sólo una de muchas, ella estaría comenzando la siguiente; por lo tanto, él debía hacer exactamente lo mismo. Ni una sola lágrima de por medio.

-Aura

Nota.

Cuando tenga una casa quiero muebles rústicos comprados en talleres chiquitos de Quiroga o Tzintzuntzan o pueblos del tipo que me queden cerca de donde viva. Si voy a gastar, que mi dinero se quede ahí.
 
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