martes, diciembre 30, 2008

2009: Con todas las dudas por delante.

Pues ya se acabó el año y el que viene lo hace cargado de expectativas. Entre que si la crisis va de mal en peor, los conflictos en medio oriente adquieren renovada virulencia, que si después de reparar lo magnetos (dañados por una fuga de hidrógeno) ahora sí se va a poner a hechar a andar el LHC, que si el dólar ya está a catorce pesos, y que si se van a poner a discutir si la marihuana podría o no ser legal, o mejor matamos a los malos (nomás con que no haya equivociones, ¡uff, fácil!) , que si Obama va a a venir a redimir a su pueblo ante el mundo y una larga fila de etcéteras; entre todo eso, mi vida (mucho menos afín a los titulares) entrará en una etapa de "cerrar ciclos", enfrentar la incertidumbre y tomar decisiones. Con lo que me choca.

Creo que por un buen rato no voy a tener mucho tiempo de escribir aquí. Pero volveré, aunque sea para decir "Presente". Así que le deseo a todo aquél despistado que pase por aquí que este año nuevo le alcance para cumplir (o avanzar en el cumplimiento de) un par de metas. A los lectores desconocidos recurrentes (si los hay), gracias por venir a distraerse un rato (yo utilizo para lo mismo este espacio), sean muy felices el año que entra. A los amigos de la blogósfera (a los que conozco en persona y a los que no también), un abrazo, seguiremos al pendiente de lo que nuestras mentecitas arrojen a la red; prometo intentar no hacer polémicas no-malintencionadas observaciones, pero si un día no lo puedo evitar, perdónenme de antemano. Y los amigos que no son de la blogósfera y furtivamente vienen y leen esto y nunca me dicen nada, pero que sé que ahí andan de fisgones, gracias por leerme, ya en su momento les daré su abrazo respectivo.

Chale, parece que me voy a ir a no sé donde. Hasta me dio nostalgia. Ya nomás tengo que identificar exactamente de qué.

Mientras los invito a que pongan sus predicciones astrológicas-estrafalarias en los comentarios. Háganme reir un rato ¿sí?

Saludos muchos, abrazo a todos y muy feliz año nuevo.

jueves, diciembre 25, 2008

¡La tengo!

Es pequeña, esponjosa, levaduriforme y tiene cinco cicatrices de gemación, además de unos ojillos hermosos a medio cerrar, como si ya tuviera un buen rato en el fermentador, pero lo más importante, es mía: ¡mi peluche de la levadura de la chela!

Saccharomyces cerevisae (Sachie) en peluche, ¿a poco no está hermosa?

Me obsesioné con ella desde la primera vez que la ví en la red, y hoy gracias a Sámano es toda mía: ¡Mil Gracias! Snif. Fue también un buen pretexto para pasar un rato ameno en el centro de Morelia, junto con Sámano, Violeta y un chico danés cuyo nombre no recuerdo y que posee un vocho verde decorado con globos oculares en llamas (UPDATE: Él se llama Simon Jansfort, gracias Violeta). Sámano tiene la foto. (UPDATE: Se puede observar en la foto que el vocho no era verde, sino rojo, y las llamas de los globos oculares sí son verdes. Eso lo hace todavía más excéntrico)
Sachie, paseando por la plaza Benito Juárez donde platicaba Sámano con un joven artista que exponía ahí sus cuadros, los únicos cuadros de arte de ese que yo no entiendo, que sí me gustaron. No tengo fotos :(

Desayunamos en un restaurant del centro con una decoración muy interesante, pero un café malón. Los chilaquiles que pedimos venían acompañados con frijoles refritos y unos totopos con hoyitos que los hacían parecer antifaces.

Bueno, a Violeta le pareció más una nariz de puerquito.

A Sachie le quedaban perfectos... ternurita.

Terminando el desayuno despedimos a Violeta y al chico danés, y Sámano, que está encantado con el dirty chai, sugirió que fuéramos al Café Europa de los portales a ver si nos podían servir uno. No pensé que nos lo fueran a servir, pues tal cosa no existe en su carta, pero sorpresivamente accedieron a prepararlo. Lo tomé con reservas, pero la verdad es que me gustó mucho. Ahora cuando vaya a un café, y siempre que se pueda, pediré que me den un té chai con leche y un shot de expreso. Rico.

Sachie contemplando el chai sucio. No lo sirven con la figura de la hoja en la espuma pero, qué mas da.

Y hablando de lugares para ir a comer, hace unas semanas fuimos con mis padres y uno de mis hermanos a un restaurant camino a Pátzcuaro (pasando las desviaciones a Cuanajo y Turicato). Se llama La Cabaña Alegre, es un restaurant campestre muy agradable, de muy buena comida, donde los meseros están disfrazados y la carta misma es toda una botana. Tardé mucho en pedir mi plato porque estaba botada de la risa con la carta. Tanto así que el dueño del restaurant me regaló una. Genial. Lo recomiendo ampliamente. Los domingos hay mariachi a medio día.

Un vistazo a la carta. La comida es muy buena y el paisaje es hermoso (bosque mixto). Si pueden, vayan.

martes, diciembre 23, 2008

Ya llegué (de los abuelos muertos).

Me levanté bien temprano para llegar a Morelia antes de las diez. Ya estoy aquí. A ver si alcanzo, ahora sí, a subir las fotos de Mérida, ahora que tengo acceso a una mejor red. Me encontré con los preparativos para recibir a toda la familia, porque hoy es día de que se junten todos, no por una celebración generalizada sino por un evento particular. Hoy colocan a los restos mortales de mis abuelos maternos en su nuevo nicho en un recatado templo de la ciudad.

Mis abuelos (esos que vivían en la casa con el amplio jardín y el enorme pozo en el patio de atrás) fueron enterrados en el panteón municipal de Uruapan. Años después a los hijos se les ocurrió que era buena idea pagar por que los restos de sus padres descansaran a la sombra del altar, más cerca del Santísimo, aquí en Morelia. Y hoy es el día del cambio de domicilio post mortem.

Hace un momento mientras le decía a mi mamá que por fin iba a poder andar toda de negro sin que nadie me dijera nada (y eso que ya me visto toda de negro cuquis y no de viuda, como antes), al cabo que era misa de muertos, que me sale con la frase: ¡Que no se me olvide llevarme las cenizas! ¿Cómo, tienes a mis abuelos aqui? Sí, ahí están las urnas, en tu closet, me recuerdas que están ahí por que se me olvida.

Y sí, ahí estaban. Me dió no se qué. Después de todo no es tan facil olvidar que el montón de polvo que está en la cajita esa fueron alguna vez esos abuelos que te cuidaron, te consitieron, te compraban tu pan para el chocolate de la tarde y en cuya casa veías llover. Chale. Por eso no han desaparecido las religiones y por eso es que aunque sean solo cenizas hoy los van poner junto al altar, con misa de por medio y todo. De hecho, ya es hora. Ya me voy.

lunes, diciembre 22, 2008

Ya me voy.

Tengo unas ganas de llegar a Morelia, ver a la gente que quiero y que me quiere, abrazar a mi nueva yeast y cenar la rica comida de mi mamá (sigo chiple, qué le voy a hacer). Ya casi... ya casi.

Felices fiestas. Si se portan mal me invitan.

sábado, diciembre 20, 2008

Aquellas tardes vi llover...

Me encontré en la red, por mero accidente, con el Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo de Gabriel García Márquez, un texto que no sabía que existía. Lo leí y me acordé de Uruapan, no como es ahora sino como recuerdo que era en mi infancia, cuando invariablemente íbamos a pasar allá las vacaciones de verano, ya sea en casa de mis abuelos paternos, o en la de mi abuelo materno. A ésta última es a donde me llevan los recuerdos de la lluvia, porque tenía una amplio jardín al frente que además daba a una calle inclinada por donde el agua hacía arroyitos a la menor precipitación. También tenía atrás un patio amplísimo, techado por mitad y hasta el fondo del mismo un pozo enorme de lo ancho de la casa y, creo, un par de metros de profundo. En esos espacios era donde me sorprendía casi siempre la lluvia, así como la del monólogo de Isabel, cerrada, monótona y aparentemente eterna. Yo estaba muy acostumbrada, ya sabía que cuando empezaba a llover así no iba a parar en un par de días, que por la mañana bajaría la intensidad del aguacero lo suficiente para salir a la tienda o a tirar barquitos de hojas de árbol y de libreta a los arroyitos de la calle, aunque me regañara mi mamá; y que siempre en la tarde parecía que se caía el cielo a chorros, sin mayor escándalo, con ese ruidito interminable: sss...

Luego, un día iba a volver a salir el sol, en un cielo azul brillante, y podía ir a la casa de mis otros abuelos, pasar por las barrancas que estaban escondidas entre el caserío del viejo Uruapan donde vivían, con sus arroyos llenos que llevaban el agua transparente entre las piedras a toda velocidad. Cómo me gustaba ese Uruapan y cómo me gustaba esa lluvia, que no podía ser de otro lado. Porque en Morelia llovía así muy de vez en cuando, la lluvia de verano enMorelia era, es todavía, intensa, copiosa, por toda una tarde, pero no más, salvo en algunas raras ocasiones. Y el llano, bueno, en el llano no llueve así, y está bien, porque de lo contrario se encharca.

Me acordé de Uruapan y me gustaron mis recuerdos. Y por eso es que me gustó el Monólogo de Isabel viendo llover y que me sigue gustando como escribe García Márquez.

viernes, diciembre 19, 2008

Estreptocosa.

Algo me pasa. Tal vez sea la edad. Lo cierto es que esta temporada de frío la he sufrido más que nunca; ahora tengo que usar pants abajo de la mezclilla, estar toda cobijadota y ni pensar en traer menos que una blusa de manga larga, más la playera, más el sueter o chamarra. Qué delicadita. Y lo que es peor... hace tantito frío, tantito, e invariablemente tiemblo cual vaca loca. Me choca; fuera de mis inevitables IRA (Infecciones en vías Respiratorias Altas), las cuales ya había aprendido a manejar, yo no sufría tanto por el frío.

Hoy finalmente amanecí con dolor en la amígdala derecha (sí, solo la derecha), así que por la mañana, en lugar de café tomé té y tuve que hacer uso de la solución desinfectante bucofaríngea de mi preferencia. Ando con mi boa de estambre de metro y medio enredada en el cuello, temo por la pérdida de mi voz y sigo temblando como paciente con Parkinson. Estoy a punto de prepararme aquél remedio casero que probó en tiempos de crisis su alta eficacia, pero para la tembladera no sé que hacer.

Además ando de un chiple subido y estoy instalada en la negación. Bu.

martes, diciembre 09, 2008

Euforia II

Si es cierto, todo eso me causa euforia...

...pero la verdad es que no hay nada que me emocione tanto y tan profundamente que se vuelva en una pasión.

Chale.

miércoles, diciembre 03, 2008

El viaje en Fa.

Está pasando ya mucho tiempo desde que volví de Yucatán. Son muchas cosas qué contar y poco tiempo para sentarse a escribir. Así que aquí va una síntesis:

El miércoles fue día libre en el congreso. Algunas agencias ofrecían tours a algún sitio turístico de los tantos que hay en la península. Nosotras, ansiosas de conocer lo más que fuera posible, pensamos que esos paquetes no eran convenientes. Mejor hay que rentar un auto (lo que haríamos por primera vez) pedimos informes y nos movemos por nuestra cuenta: nos levantamos temprano, vamos por el coche a las 9:00am y de ahí hasta que se nos acabe el día. Claro, no fuimos las únicas que lo pensamos y no contábamos con que la semana anterior había tenido lugar otro congreso, no se de qué. Nos topamos con toda clase de complicaciones, ninguna arrendadora tenía carros disponibles. Solo una nos prometía con toda seguridad un carro económico, pero hasta las 12:00pm. ¿Qué carro?, preguntamos, ¿Es el único? ¿Y ese por cuanto? Psss.... seeeh, lo rentamos ¿Y de qué color es? preguntó una de nosotras con el típico canto yucateco; Alex, el chico que nos atendía peló los ojos y nosotras nos reíamos de la naturalidad con que salió la expresión: le salió del alma. Perdón, perdón, fue involuntario, se pega... entonces ¿de qué color? Rojo. Ah, está bien... buen color por si nos estrellamos. Je... je.

¿Que tarjeta de crédito tienen? ¿Límite de crédito? Apenas. Se necesita dejar un depósito en garantía de la unidad. ¿Cuánto? Chale, la dueña no cree que tenga disponible todo lo que se requiere para el depósito. ¿No tienen otra tarjeta?, puedo juntar de más de una tarjeta para que salga el monto. No, no tenemos. Tic Tac... ¿No se puede hacer con efectivo? Ya sabíamos que no, pero lo quisimos intentar. Mmm... pues... sí. Ok, entonces te lo damos en efectivo. Bueno, a las 12 está su carro aquí. ¡Yuju! Vámonos a desayunar. Regresamos, pagamos y ahí estaba él, todo simpático de un rojo muy vivo. Nosotros que en un inicio despreciamos a los de su tipo, lo quisimos de inmediato, pues de no ser por el, ya no tendríamos nada. Para nosotras, no había carro más lindo: donde todos veían un Atos, nosotros veíamos un Mercedes, solo que más chiquito; así que así lo bautizamos y nos fuimos con Mechito alrededor de la una rumbo a la Ruta Puuc. Tardísimo, pero algo alcanzamos a hacer: Mayapán, Lol-Tun, Uxmal de noche porque ya eran como las 6:00 y pues a esa hora ya no hay luz del sol. El jueves nos fuimos a Quintana-Roo, también salimos bien tarde. Ah cómo se nos da eso de levantarnos temprano. Conocimos Tulum y Playa del Carmen. El viernes fuimos a Xcaret, todo el día en los ríos (benditos chalecos salvavidas, hicieron posible que estuviera medio día metida en el agua y sin saber nadar) posando con las guacamayas (tan simpáticas ellas) y viendo el maravilloso acuario. La parte del zoológico es un fiasco, pero bueno, yo con los ríos me doy, jeje. Ese día regresamos a Mérida con toda la intención de llegar a la cena de clausura del congreso... pero pues también para volver se nos hizo tarde.

El sábado llegamos a Chichen-Itzá. Ahí estaba: la pirámide de Kukulkán, preciosa, solo que más chiquita de lo que había pensado. Como sea la ciudad estaba enorme, definitivamente debió ser un centro urbano con mucha actividad. Lamentablemente el cenote sagrado (donde, ojo, los restos humanos encontrado han sido principalmente de varones) ya se está secando y tiene un horrible color verdoso.

Ahí en Chichen, uno de los comerciantes nos contó historias de los mayas, y nos tradujo algunas palabras de las que ya no me acuerdo. Nos dijo cual era el mercado del pueblo y el mercado de los nobles, al cual le dicen ahora de cierta manera en maya, que significa "todos los hombres ricos fueron allá". También nos dimos cuenta de cualquiera de los comerciantes habla más idiomas que yo: para empezar hablan español y maya, y la gran mayoría habla también inglés, pero no faltó el que le contestara a un turista en italiano, etcétera. Chale, he desperdiciado mi vida. Lo único malo de Chichén es que está muy caro; bueno, ya se esperaba desde que es maravilla del mundo, pero se vuelve privativo para muchos nacionales. Deberían hacer lo mismo que los comerciantes del sitio y dar "precio de paisano". Yo digo.

Finalmente el sábado en la tarde llegamos a X'keken ("Ay, mi puerquito", simpático el nombre) un cenote hermoso que fue descubierto precisamente cuando un hombre vió como un jabalí desapareció porque cayó por el respiradero. Ahí se puede uno meter a nadar. Pero yo no sé nadar (he desperdiciado mi vida). Afortunadamente ahí prestaban (ojo: prestaban, sin costo extra) chalecos salvavidas. La mayoría eran de esos que te dan en los aviones (en forma de U) pero había uno que era un chaleco tal cual, completito y ése fue el que agarré yo, porque con los otros me daba miedo de que quedara el chaleco flotando y yo me escabullera entre las patitas de la U hasta el fondo del cenote. Ya con el chaleco nos metimos al agua limpia y fría. Después de estar una eternidad agarrada de una cuerda que atravesaba el enorme pozo por fin me decidí a confiar en mí y en el chaleco y me solté. Y ahí andaba yo de lado a lado del cuerpo de agua, tan limpio que hasta me dio culpa por dejar mi mugre ahí (después de haber andado todo Chichén, bastantito polvo he de haber acumulado). Finalmente el chico de los chalecos nos dijo que solo nos quedaban 15 minutos para iban a cerrar. Al salir gasté lo último que me quedaba en una guayabera para mi papá, una blusa de manta para mi mamá y otra para mí, que compré a un matrimonio de locales que aún no cerraban su puestito (ya pasaba de las 5:30, ya era de noche y casi todos los puestos estaban cerrados). Así sentí que contribuí a la economía local (con eso y con todo lo que gasté en comida... tan deliciosa, nunca había comido tanto puerco en tan poco tiempo y con tanto gusto).

Regresamos a Mérida y le sacamos a ir a Valladolid (la que sigue siendo Valladolid y que no es hoy Morelia), de donde son originarios algunos platillos típicos del estado. Ya era de noche y tanta natación nos dejo a medio morir. Llegamos a Mérida, y despues de un revitalizante baño nos salimos a ver los mejores antros del Paseo Montejo. Caímos en Classics FM (creo), con su fachada de rockola y sus simpáticas cartas de disco de acetato. Pura música de los 90's para atras (los 90's ya son oldies, chale, yo también... bu). Sonaba tentador, pero las mesas estabas llenas de señoras y señores de 50 y tantos que esbozaban tremendas sonrisotas cuando salían las rolas y los videos de esos grupos rebeldísimos que tocaban en traje y con copetotes esos ritmos revolucionarios de los 60s... y nadie se paraba a bailar. Y nosotras queríamos bailar. Pagamos nuestras bebidas y nos fuimos. Entonces fuimos a caer al Cielo. Exactamente el polo opuesto: Lo más nuevo en música: pura electrónica fresa. Y la gente: puro chavito fresa, fresísima. Punchis, punchis. Nos quedamos porque el show estaba bueno, esta gente nice es igual en todos lados y socializan de manera tal que es una botana enroscarse y verlos, jojo. Como sea, bailamos punchis punchis. Pss, ya qué. Y ya cuando fue demasiado regresamos al hotel. Se nos acabó el veinte. Qué triste.

Al día siguiente, los de la arrendadora nos llevaron al aeropuerto. Ahí nos despedimos de mechito y de la península con todo el dolor de nuestro corazón.

Las fotos en un próximo post-galería.
 
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